Page 79 - El Señor de los Anillos
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                      Tres es compañía
      T ienes que irte en silencio, y pronto —dijo Gandalf.
        Habían pasado dos o tres semanas y Frodo no daba señales de estar listo.
        —Lo  sé,  pero  es  difícil  hacer  las  dos  cosas  —objetó—.  Si  desapareciese
      como Bilbo, la noticia se difundiría en seguida por toda la Comarca.
        —No conviene que desaparezcas, por supuesto —dijo Gandalf—. He dicho
      pronto, no ahora. Si se te ocurre algún modo de dejar la Comarca sin despertar
      sospechas, creo que vale la pena esperar. Pero no lo postergues demasiado.
        —¿Qué tal en el otoño o después de nuestro cumpleaños? —preguntó Frodo—.
      Creo que podré arreglar algo para entonces.
        A decir verdad, se resistía a la idea de partir, ahora que se había decidido.
      Bolsón  Cerrado  le  parecía  una  residencia  agradable,  mucho  más  que  en  el
      pasado reciente y quería saborear al máximo ese último verano en la Comarca.
      Sabía que cuando llegara el otoño una parte de su corazón aceptaría mejor la
      idea de un viaje, como le sucedía siempre en esa estación. Íntimamente ya había
      decidido partir en su quincuagésimo cumpleaños; el centésimo vigesimoctavo de
      Bilbo. Le parecía un día apropiado para partir y seguir a Bilbo. Seguir a Bilbo era
      el objetivo principal y lo único que hacía soportable la idea de la partida. Pensaba
      lo menos posible en el Anillo y en el fin al que éste podría llevarlo. Pero no le
      dijo a Gandalf todo lo que pensaba. Lo que el mago adivinaba era siempre difícil
      de saber.
        Gandalf miró a Frodo y sonrió:
        —Muy  bien  —dijo—.  Estoy  de  acuerdo  con  la  fecha,  pero  no  te  retrases
      más. Ya empiezo a inquietarme. En el ínterin, ten cuidado, ¡no dejes escapar ni
      palabra sobre adónde piensas ir! Y cuida de que Sam Gamyi no hable. Si habla,
      lo transformaré de veras en un sapo.
        —En cuanto adónde iré —dijo Frodo—, será muy difícil decirlo, pues ni yo lo
      sé todavía.
        —¡No seas absurdo! —exclamó Gandalf—. ¡No te advierto que no dejes tu
      dirección en la oficina de correos! Pero abandonas la Comarca y eso no ha de
      saberse hasta que estés muy lejos de aquí. Tienes que ir, o al menos partir, hacia
      el sur, el norte, el este, o el oeste; y nadie ha de conocer el rumbo.
        —He  estado  tan  ocupado  con  la  idea  de  dejar  Bolsón  Cerrado  y  con  la
      despedida  que  ni  siquiera  he  pensado  en  el  rumbo  —dijo  Frodo—.  Porque,  ¿a
      dónde iré? ¿Qué me guiará? ¿Cuál será mi tarea? Bilbo fue en busca de un tesoro
      y volvió, pero yo voy a perderlo y no volveré, según veo.
        —Pero no ves muy lejos —dijo Gandalf—, ni yo tampoco. Tu tarea puede
      ser encontrar las Grietas del Destino, pero quizás ese trabajo esté reservado a
      otros. No lo sé. De cualquier modo, aún no estás preparado para un camino tan
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