Page 74 - El Señor de los Anillos
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mis vecinos. No puedo conservar el Anillo y quedarme aquí. Tengo que salir de
Bolsón Cerrado, abandonar la Comarca, abandonarlo todo e irme. —Suspiró
—.Me gustaría salvar la Comarca, si pudiera, aunque alguna vez pensé que los
habitantes eran tan estúpidos que un terremoto o una invasión de dragones les
vendría bien. No siento lo mismo ahora. Siento que mientras la Comarca continúe
a salvo, en paz y tranquila, mis peregrinajes serán más soportables; sabré que en
alguna parte hay suelo firme, aunque yo nunca vuelva a pisarlo.
» Por supuesto, muchas veces pensé en irme, pero lo imaginaba como una
especie de vacaciones, como una serie de aventuras semejantes a las de Bilbo, o
mejores, con un final feliz. Esto, en cambio, significa exiliarse, escapar de un
peligro a otro y ellos siempre detrás, mordiéndome los talones. Supongo que he
de partir solo si decido irme y salvar la Comarca, pero me siento pequeño, y
desarraigado… y desesperado. El enemigo es tan fuerte y terrible.
No se lo dijo a Gandalf, pero mientras hablaba se le había encendido en el
corazón el deseo de seguir a Bilbo y de encontrarlo tal vez. Era tan fuerte que se
sobrepuso al temor; podría casi haber salido corriendo camino abajo, sin
sombrero, como lo había hecho Bilbo tiempo atrás, en una mañana muy similar.
—Mi querido Frodo —exclamó Gandalf—, los hobbits son criaturas
realmente sorprendentes, como ya he dicho. Puedes aprender todo lo que se
refiere a sus costumbres y modos en un mes y después de cien años aún te
sorprenderán. Además no esperaba obtener esa respuesta, ni siquiera de ti; pero
Bilbo no se equivocó al elegir el heredero, aunque no pensó demasiado en la
importancia que tendría esa elección. Temo que estés en lo cierto. El Anillo no
podrá permanecer mucho tiempo oculto en la Comarca; y para tu propio bien,
tanto como para el de los demás, convendría que te fueras y dejaras de llamarte
Bolsón. Ese nombre no te daría ninguna seguridad fuera de la Comarca ni en las
tierras vírgenes. Te daré un seudónimo para tu viaje: serás el señor Sotomonte.
» No creo que necesites partir solo. No si conoces a alguien de confianza que
quisiera acompañarte y a quien pudieras exponer a peligros desconocidos. Pero
si buscas compañía, ten cuidado en cómo eliges. Y ten aún más cuidado con lo
que dices, hasta a tus amigos más íntimos. El enemigo tiene muchos espías y
muchas maneras de enterarse.
De pronto Gandalf se detuvo, como si escuchara. Frodo notó que había
mucho silencio, adentro y afuera. Gandalf se deslizó hacia un costado de la
ventana; en seguida, como una flecha, saltó al antepecho y con un rápido
movimiento extendió el largo brazo afuera y abajo. Se oyó un graznido y la
mano de Gandalf reapareció sosteniendo por una oreja la ensortijada cabeza de
Sam Gamyi.
—Bien, bien, ¡bendita sea mi barba! —exclamó Gandalf—. ¿No se trata de
Sam Gamyi? ¿Qué hacías por aquí?
—El cielo bendiga al señor Gandalf —respondió Sam—. ¡Nada! Recortaba el