Page 69 - El Señor de los Anillos
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huida de Bilbo, no quiso decir nada más, fuera de unas vagas alusiones. Había en
      él otro temor, más grande que el que yo le inspiraba. Murmuró que recobraría lo
      que  era  suyo.  Demostraría  a  la  gente  que  no  toleraba  que  lo  trataran  a
      empujones, lo arrastraran a un agujero y luego le robaran. Gollum tenía ahora
      buenos y poderosos amigos. Lo ayudarían y Bolsón pagaría su culpa. Esta era la
      obsesión de Gollum; odiaba a Bilbo y maldecía su nombre. Y además sabía de
      dónde era Bilbo.
        —¿Cómo lo descubrió? —preguntó Frodo.
        —En cuanto al nombre, se lo dijo Bilbo mismo, muy tontamente. Luego no le
      fue difícil averiguar de qué país venía Bilbo; una vez que salió a la luz. Pues se
      atrevió a salir. El deseo de recobrar el Anillo era más fuerte que su temor a los
      orcos  y  a  la  luz.  Pasó  un  año  o  dos  y  dejó  las  montañas.  Como  ves,  aunque
      dominado por el deseo del Anillo, ya no pensaba que lo devoraban; comenzó a
      revivir un poco. Se sentía viejo, muy viejo, aunque menos tímido y con mucha
      hambre. Seguía y seguirá temiendo la luz del sol y de la luna; pero era astuto y
      supo esconderse de la luz del día y del fulgor de la luna y abrirse camino veloz y
      calladamente en lo profundo de la noche con pálidos ojos fríos para atrapar a
      pequeñas criaturas asustadizas o incautas. La nueva alimentación y el nuevo aire
      le  dieron  fuerza  y  audacia.  Se  encaminó  hacia  el  Bosque  Negro,  como  podía
      esperarse.
        —¿Es allí donde lo encontraste? —preguntó Frodo.
        —Sí,  lo  vi  allí  —respondió  Gandalf—,  pero  antes  Gollum  había  andado
      mucho, siguiendo el rastro de Bilbo. Era muy difícil enterarse de algo por boca
      de  Gollum,  pues  se  interrumpía  constantemente  con  maldiciones  y  amenazas.
      "¿Qué tenía en los bolsillos?", repetía. "Yo no podía decírselo, no, mi tesoro. Fue
      un engaño y no una pregunta limpia. Sí, me engañó desde el principio. Quebrantó
      las reglas. Teníamos que haberle roto los huesos allí mismo. Sí, mi tesoro. ¡Y lo
      haremos, mi tesoro!"
        » Esta  es  una  muestra  de  su  charla;  supongo  que  no  querrás  más.  Lo  oí
      durante días enteros. Pero a través de ciertas alusiones que dejó escapar entre
      gruñidos,  saqué  en  limpio  que  sus  fatigados  pies  lo  habían  llevado  por  fin  a
      Esgarot  y  hasta  las  calles  del  valle,  donde  observó  y  escuchó  en  secreto.  La
      noticia  de  los  grandes  acontecimientos  había  corrido  por  todas  las  Tierras
      Ásperas, donde muchos conocían el nombre de Bilbo y sabían de dónde había
      venido.  No  habían  guardado  en  secreto  nuestro  viaje  de  regreso  al  oeste;  los
      agudos oídos de Gollum pronto oyeron lo que querían oír.
        —Entonces,  ¿por  qué  no  siguió  persiguiendo  a  Bilbo?  —preguntó  Frodo—.
      ¿Por qué no llegó a la Comarca?
        —Ah  —respondió  Gandalf—,  ese  es  el  punto.  Creo  que  Gollum  lo  intentó;
      partió y volvió al oeste, hasta Río Grande, pero se desvió. Estoy seguro de que no
      lo acobardó la distancia. No, algo distinto lo llevó a otra parte. Así piensan los
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