Page 64 - El Señor de los Anillos
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que los elfos lo habían destruido, como tendría que haber sucedido en realidad.
      Ahora sabe que no fue así y que lo encontraron hace un tiempo. Así que no hace
      otra cosa que buscarlo y buscarlo, incesantemente. Vive de esa esperanza y esa
      esperanza es nuestro temor.
        —¿Por  qué,  por  qué  no  lo  destruyeron?  —exclamó  Frodo—.  ¿Cómo  el
      enemigo pudo perderlo, si era tan poderoso y tan valioso para él? —Apretó el
      Anillo en la mano, como si ya viera unos dedos oscuros que se alargaban para
      robárselo.
        —Se lo quitaron —respondió Gandalf—. El poder de resistencia de los Elfos
      era mayor mucho tiempo atrás; y no todos los Hombres se habían apartado de
      ellos. Los Hombres de Oesternesse acudieron entonces a ayudarlos. Este es un
      capítulo de historia antigua que sería bueno recordar, pues en aquella época había
      también  aflicción  y  oscuridad  crecientes  pero  había  asimismo  mucho  valor  y
      grandes hazañas que no fueron totalmente vanas. Quizás algún día te contaré toda
      la historia o la oirás por boca de alguien que la conozca mejor.
        » Por el momento, pues, necesitas saber sobre todo cómo el Anillo llegó aquí,
      lo que es bastante, no diré más. Fueron Gil-Galad, el Rey de los Elfos, y Elendil,
      de Oesternesse, quienes derrocaron a Sauron, aunque murieron en la lucha. El
      hijo de Elendil, Isildur, cortó el Anillo de la mano de Sauron y se quedó con él.
      Sauron fue vencido; el espíritu desapareció, ocultándose por muchos años, hasta
      que la Sombra tomó nueva forma en el Bosque Negro.
        » Pero el Anillo se había perdido. Cayó a las aguas del Río Grande, el Anduin.
      Desapareció cuando Isildur, que iba hacia el norte siguiendo la margen este del
      río, fue asaltado por los Orcos de la Montaña, cerca de los Campos Gladios. Los
      Orcos  de  la  Montaña  mataron  a  casi  toda  su  gente.  Isildur  se  zambulló  en  las
      aguas, el Anillo se le salió del dedo mientras nadaba, y los enemigos lo vieron, y
      lo mataron a flechazos.
        Gandalf hizo una pausa.
        —Allí, en los lagos oscuros, en medio de los Campos Gladios —continuó—, el
      Anillo murió para la tradición y la leyenda. Ahora sólo unos pocos conocen la
      historia, y el mismo Concilio de los Sabios no pudo descubrir más, pero al fin sé
      cómo continúa.
        —Mucho después, pero aún en un pasado remoto, vivía junto a las márgenes
      del  Río  Grande,  en  los  límites  de  las  Tierras  Ásperas,  una  gente  pequeña,
      sedentaria y diestra. Creo que eran de raza hobbit emparentados con los padres
      de los padres de los Fuertes, pues amaban el río y a menudo nadaban en él, o
      construían  pequeños  botes  de  juncos.  Había  entre  ellos  una  familia  de  gran
      reputación, por ser más numerosa y más rica que la mayoría, encabezada por
      una  abuela  austera  y  docta  en  cuestiones  tradicionales.  El  más  preguntón  y
      curioso de esa familia se llamaba Sméagol. Se interesaba en las raíces y orígenes
      subterráneos; se zambullía en lagos profundos, cavaba bajo los árboles y plantas
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