Page 97 - Libro El Perú en la Antártida
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 LA ANTÁRTIDA Y EL PERÚ
ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD
Como señala el historiador José Antonio del Busto Duthurburu (1991), adentrarnos en la Antár- tica significa hablar de un conti- nente descubierto por la imaginación. Antes de constatar la existen- cia de la Antártida ya se escribía sobre ella, como en el caso de los
filósofos antiguos
que imaginaban la estructura y composición del espacio geográfico. A partir de las curvaturas de la luna ellos pudieron determinar que la tierra podía ser redonda.
Así, prosiguieron los estudios de la Antártida; no la conocían, pero la ciencia especulativa ya exis- tía. En la Edad Media la idea de un “sexto continente” ganó poca aceptación. En los siglos XV y XVI los exploradores europeos empezaron a viajar en todas las direcciones posibles. Además, el imagina- rio europeo mos- traba en los mapas de la época, la poca distancia entre América del Sur y el conti- nente polar; solo el Estrecho de Magallanes los separaba.
EL MAR PERUANO: LA PESCA EN EL PERÚ PREHISPÁNICO
Desde hace millones de años América estaba poblada por varios grupos nómadas de cazadores recolectores que en su momento pudieron llegar de la Polinesia. Con los años ellos aprovecharon los recursos naturales como la pesca para así asentarse al borde de los ríos, lagos o mares; y luego mejorar su sistema de vida con la agricultura y la ganadería. Muchos de ellos formaron centros reli- giosos – administrativos.
En el Antiguo Perú, los grupos humanos que vivían en la costa tuvieron un pro- ceso de familiari- zación con los recursos marítimos, que con el tiempo les per- mitió convivir al lado del mar de modo permanente. El mar, estrechamente
ligado a sus vidas, se convirtió en una importante fuente de alimento que sirvió también para realizar trueques con el excedente de pescado y, además, para navegar a tierras inhóspitas.
Entre las primeras sociedades que hicieron uso del mar se ubican los poblado- res de la ciudad de Caral en el Valle de Supe. La ciudad, de aproximadamente 5.000 años de antigüedad, tuvo una economía que se sustentaba en la agricul- tura y la pesca. Otros ejemplos que podemos citar son las
culturas Mochica (aproximadamente entre el 200 y 700 d.C) y Chimú (apro- ximadamente entre los años 1000 y 1200 d.C) en cuya metalurgia. cerámica, plumerías y textiles, como señala María Rostwo- rowski (1981), destaca la pre- sencia del mar, de los peces y de las aves marinas.
Las culturas antiguas presentaron una constante interrelación entre la agri- cultura y la pesca, no solamente en los patrones de asentamiento, sino tam- bién como parte de sus estructuras, a pesar de estar separados en grupos, se presentó en dioses y creencias en común; en la costa y sierra central existie- ron divinidades relacionadas con la pesca y con la agricultura, las dos grandes fuentes alimen- ticias del mundo andino. En la cultura Mochica se han encon- trado vasijas con personajes en pie en una balsa rodeada por aves marinas y peces y en su mano tienen una cuerda y un pez que está mordiendo un anzue- lo. En otras cerámicas Mochica se aprecian escenas de caza de lobos mari- nos en las que se ve a personajes que cazan con porras y garrotes. En algunos casos, los lobos han sido representados al momento de ser golpeados por los cazadores para conseguir las piedras de sus es- tómagos pues se creía que poseían poderes curativos.
De otro lado, es importante señalar que, como señala el Ing. Erik Catari Gutie- rrez (2010), los pe- ruanos del valle de Lambayeque navegaban por mar sin que se lo impidiese la corriente norte de Humboldt en el siglo XIV, en la misma época en que los vikingos viajaban por el Atlántico y poblaron el norte específi- camente Islandia y Groenlandia.
EL PERÚ EN LA ANTÁRTIDA
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