Page 21 - trilce
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VI
     SIEN EN
  One morning while I was staying in Filadelfia [in the Paraguayan Chaco], Iodé returned to the garage carrying the groceries she had bought with the night’s earnings. She offered me a little plastic box of yogurt. I thanked her and refused.
She was upset. “Why are you ashamed of being my friend?” she asked. “Eat this. It is not bad. I want to adopt you in the old way; you will be my older brother. I will be your sister, your little-bird-mother. Tour whore-mother.”
She handed me the yogurt again, and stretched out on the ground. My face burning, I opened the carton and began to eat. (Ibid.).
“...¡CÓMO NO VA A PODER!/azular y planchar todos los caos.” Finalmente, considerando, como es sabido, que la respuesta de toda ciencia no suele ser otra que una pregunta algo más compleja, podemos anotar aquí que el mitema del niño loco por la miel (en su variante de la transgresión de su destino —esto es, la de salvarse del Perú sin dejar de apegarse a él, la de tomarlo como pretexto para el elogio de un resentimiento que no se somete al luminoso odio de sus élites—), aparece ya esbozado en estas plegarias (escritas antes de partir —o tal vez justo después de arribar allende; da lo mismo—), que citamos a continuación, a modo de muy innecesario y (típico) muy narcisista colofón:
Viento Sur, parte hacia el sol —aquel ladrón de amores y sueños; aquel que se jacta de sus cabellos, de su poderes y sus jugos—. Ve por nuestra victoria; abre tu seno a los hambrientos, a los orates, a los reos del perdón. Danos cuerpos que anhelar, armas y banderas que sostener; danos odio, penas silenciosas, pecados, blasfemias, humillaciones; dinos además qué erigir en nuestras plazas.
Tibio Viento Sur, retorna para que surjamos de las piedras; renueva el aire pútrido, esboza cada una de nuestras sonrisas, cada rumor nocturno en los bosques; amasa las notas claras de este amor que pronto descubriremos al mundo.
Viento Sur: lanzaremos toda congoja detrás del cielo, detrás de las cumbres y abismos que ya sorteamos; aboliremos la memoria de los hermanos muertos; levantaremos el puño —o meñique— hacia la negrura del infinito; y barreremos todos los muros, todos los hitos que otro Dios haya olvidado en nuestras tierras.... ¡Amaremos! ¡Quemaremos! ¡Incendiaremos! (Fragmento III, corregido, de La cofradía del tiempo, Fósforo vol. 1, 2004).
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