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XLI
     SIEN EN
  [Carlos Eduardo Quenaya ( )]
Vallejo, el shock y Trilce XLI
Sorprende encontrar, al leer los textos de Walter Benjamin sobre Baudelaire, múl- tiples y productivas equivalencias si sustituimos el nombre del autor de Las flores del mal por el de Trilce. Cuán bien se ajustan al poeta peruano estas afirmaciones: “escrib- ió un libro que, de antemano, tenía pocas probabilidades de éxito inmediato frente al público.” (2018: 269) “...contaba con unos lectores a los que la lectura de la lírica plant- eaba dificultades. (...) Sabía que con su fuerza de voluntad y con su capacidad de con- centración no puede irse muy lejos, que dan preferencia a los goces de la sensualidad y están demasiado familiarizados con el spleen que acaba todo interés y receptividad. Re- sulta extraño encontrarse con un poeta que se atenga a un público tan desagradecido.” (2018: 269) El lector al que se dirigía se lo aportó la posteridad.” (2018: 269) Y tam- bién: “...ha colocado, por tanto, la experiencia del shock en el corazón mismo de su trabajo artístico.” (2018: 277).
La desconexión entre la poesía y el lector de su tiempo invita a Benjamin a replant- ear las condiciones de recepción de la literatura lírica y la estructura de la experiencia. Para rastrear esta desconexión en nuestro ámbito sólo hace falta recordar que 1922 es tanto el año de la publicación de Trilce como el de la coronación de José Santos Chocano, cantor de América. La consagración de Chocano en el mismo año de la pub- licación de Trilce es índice de algo que, en lo sucesivo, será el santo y seña de la poesía contemporánea: su ruptura con la actualidad y la consecuente apelación a un nuevo lector, si es cierto que pertenece a su tiempo y “es realmente contemporáneo aquel que no coincide perfectamente con él ni se adapta a sus pretensiones, y es por ello, en este sentido, no actual; pero, justamente por ello, justamente a través de esta diferencia y de este anacronismo, él es capaz más que los demás de percibir y entender su tiempo.” (Agamben 2008). Hoy no tenemos dudas de la actualidad de Chocano en la segunda década del siglo XX y, consecuentemente, no nos dejamos de alegrar del hecho de que Vallejo sea un contemporáneo nuestro.
El concepto de shock, que Benjamin toma del psicoanálisis, sirve para iluminar un fenómeno que al autor alemán le resulta fundamental: la imposibilidad de hacer ex- periencia –un saber proverbial transmitido en forma de narración– de los terribles sucesos de las primeras décadas del siglo XX, pero también el reconocimiento de las nuevas condiciones de percepción avanzadas por el desarrollo de la técnica, donde la experiencia del shock se ha constituido en regla: “Surge así la pregunta acerca de cómo puede fundarse la poesía lírica en una experiencia para la cual la vivencia del shock se ha convertido en norma. De una poesía así cabría esperar un alto grado de consciencia.” (2018: 276) Hacer experiencia del shock es la tarea del arte pensado como respuesta al hilo roto de la tradición. Esta ruptura le abre paso a una sensibilidad capaz de hacerse
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