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Otros biólogos fruncían el ceño. No era probable el norte de Alabama, John Caruso, estudiante de
que la sobrerrecolección en el mismo punto una
vez al año dañara la población, solo se veía mal.
Uno de ellos escribió una canción en la que se
refería a Suttkus como “una máquina recolectora”.
Incluía esta estrofa digna de una película de terror:
Ve por tu viejo sabueso y tu pez dorado también.
Esconde tu iguana y tu cacatúa parlante bien.
Y no les quites el ojo de encima a tus niños,
la Máquina Recolectora anda suelta y los meterá
en un frasco si se van lejos.
Sin embargo, y aquí está el punto, esos méto-
dos sistemáticos de “tomar todo” han resultado
ser la fortaleza duradera de la Colección de Peces
Royal D. Suttkus.
Constituyen una “ventana al pasado”, sin las
distorsiones que suelen reptar en los estantes de
museos más selectivos,
indica Bernie Kuhajda,
biólogo acuático conser-
vacionista del Acuario de
Tennessee en Chatta-
nooga. La mayoría de los
ESTADOS UNIDO
investigadores, “si va a
LU
recolectar solo 10 peces,
se llevará los grandes
–dice– para que puedan
contar las escamas” y los
rayos espinosos en las ale-
tas, rasgos que les permi-
ten identificar especies correctamente. “Como
Suttkus se llevaba todo, sabes cuál era la estruc-
tura de la edad real en ese momento y lugar –por
ejemplo, si incluía todos los grupos etarios para
una población saludable–, lo cual es útil”.
¿Útil, cómo? Es una pregunta que hoy día los
administradores universitarios se hacen a me-
nudo, con la vista puesta en maneras más gla-
murosas de asignar presupuestos. Hace poco la
Universidad de Luisiana en Monroe trató de desa-
lojar su colección de peces con un aviso de dos
días de anticipación porque los administradores
querían construir mejores instalaciones deporti-
vas. Un consorcio de instituciones, entre ellas Tu-
lane, llegó al rescate y añadió otras 11 hileras de
especímenes a uno de los polvorines de Suttkus.
La colección es útil porque es una ventana al
interesante. Suttkus recolectó cuando los ríos aún
se represaban para obtener energía hidroeléctrica
y para navegación. La contaminación casi no esta-
ba regulada. Después de que una fábrica abrió en
NGM MAPS DONDE L OS PE CES ES TÁN AT R A PA DOS EN EL TIEMPO
posgrado de Suttkus en los setenta, apunta: “Re-
cuerdo pescar mojarras de agallas azuesl del río,
de cuyas agallas salía sangre a borbotones”.
Hoy día, los biólogos que estudian cómo el
desarrollo rampante del siglo XX cambió el su-
reste estadounidense se dirigen a la colección
de Suttkus para averiguarlo. Acuden a ella de
manera virtual así como en persona, ya que la
Fundación Nacional para la Ciencia ayudó a ha-
cer de la colección uno de los primeros museos
de historia natural en poner en línea la informa-
ción y ubicación de cada espécimen.
Uno de esos estudios, encabezado por el Servicio
Geológico de Estados Unidos, centró su atención
en el río Alabama, donde las visitas de Suttkus
registraron una fotografía secuencial de pérdida,
en la que el número de especies se redujo casi dos
tercios desde los años sesenta hasta finales de siglo.
Durante ese periodo, las
presas completaron la
transformación del río,
que antes fluía libre, en un
sistema de 16 reservorios.
sipi La escorrentía agrícola, la
urbanización y las aguas
residuales de plantas de
cción de peces aguas negras contribuye-
al D. Suttkus,
Nueva Orleans ron al daño.
Entre las víctimas se
encuentran el esturión de
Alabama y el del Golfo, en
su mayor parte desterrado del río.
El sábalo de Alabama, el pez gato (Noturus
munitus) y la perca (Crystallaria asprella) tam-
bién están casi desaparecidos, y carpas como el
Machrybopsis boschungi y carpitas como el No-
tropis edwardraneyi ya no aparecen en los sitios
donde Suttkus normalmente los pescaba. En
2005, 10 especies de peces fluviales fueron clasi-
ficadas por el gobierno federal de Estados Unidos
como amenazadas o en peligro de extinción, y
los expertos consideraban, por lo menos, otras
28 especies como vulnerables, o peor. Sin una
acción correctiva, el estudio advirtió que “la ex-
tinción de las especies de peces parece inevitable”.
La verdadera historia de terror no es la colección
de Suttkus, sino lo que revela sobre la destruc-
ción humana del mundo a nuestro alrededor. j
Richard Conniff es un escritor galardonado con el
National Magazine Award y colaborador frecuente.
El artículo anterior de Craig Cutler fue sobre medi-
cina de precisión, para la edición de enero de 2019.
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