Page 24 - El Necronomicon
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que pueda vigilar vuestro cuerpo y propiedades para que no os
       maten y os veáis obligados a vagar durante toda la eternidad por
       los espacios negros entre las Estrellas o a ser devorados por los
       coléricos IGIGI que moran más allá.
          Sabed que tendréis que recorrer los Escalones de la Escalera
       de Luces, cada uno en su lugar y uno por vez y que deberéis en-
       trar por los Pórticos de acuerdo con la forma permitida, tal como
       se establece en la Alianza, de lo contrario, seguro que estaréis
       perdidos.
          Sabed que deberéis manteneros purificados durante el espa-
       cio de una luna para la Entrada al primer Escalón, una luna entre
       el primero y el segundo y de nuevo otra entre el segundo y el ter-
       cero, y continuar de esta manera. Debéis absteneros de derra-
       mar vuestra simiente por este período de tiempo, aunque podéis
       adorar en el Templo de ISHTAR, siempre que no perdáis vuestra
       Esencia. Y esto es un gran secreto.
          Cada día durante la luna de purificación necesitaréis invocar a
       vuestro Dios cuando amanezca y a vuestra Diosa cuando oscu-
       rezca.  Deberéis invocar a vuestro Observador e instruirle a la
       perfección acerca de sus deberes, proporcionándole un tiempo y
       lugar desde el cual os pueda servir y rodearos en todas las di-
       recciones con una espada llameante.
          Para el Recorrido vuestras ropas han de ser hermosas, lim-
       pias y sencillas, pero apropiadas para cada Escalón. Y deberéis
       llevar con vosotros el Sello de ese Escalón en particular sobre el
       que Andaréis, que es el Sello de la Estrella que le corresponde.
          Deberéis preparar un altar que esté situado hacia el Norte, y
       en él colocaréis las estatuas de vuestras deidades, o las Imáge-
       nes que sean adecuadas, un cuenco  de ofrenda y  un  brasero.
       Sobre la tierra tendrá que estar grabado el Pórtico adecuado pa-
       ra el Andar. Si sobre vuestras cabezas se encuentra el Cielo, me-
       jor. Si tuviereis un techo, deberá estar vacío de todo adorno. Ni
       siquiera una lámpara debe pender sobre vosotros, salvo durante
       las Operaciones de Invocación, que se discutirán más adelante
       (¡si los Dioses me conceden el tiempo!). La única luz ha de pro-
       ceder de las cuatro lámparas situadas en el suelo ante cada uno


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