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LA EPIGENÉTICA AL ARGA O ACORTA L A VIDA
a genética y la epigenética están presentes a lo largo de todo el crecimiento
de una persona, en su fenotipo, su personalidad, sus emociones, sus acciones
Ly pensamientos. No se puede cambiar la genética que uno ha heredado pero
se puede cuidar la vida para alargarla. Las modificaciones epigenéticas se hacen y
se deshacen con el paso del tiempo, se transfroman, porque son dinámicas y rever-
sibles, aunque con frecuencia duren toda la vida. Estas modificaciones dependen
de cómo se viva.
El alcohol está normalizado en la sociedad pero al alcohólico se le estigmatiza.
Hay que tratar al alcohol como una droga y a la adicción como una patología. El
cerebro de una persona que se droga es distinto al de una persona que no lo hace,
porque no tiene ni la misma conectividad ni la misma funcionalidad.
Los pecados de hoy serán consecuencias del mañana. Todo tiene un componente
epigenético, porque todo lo que rodea a cualquier ser vivo o material es el ambiente.
Hasta las rocas golpeadas por el mar cambian su forma con los años. Las drogas
son uno de los factores ambientales que más modifican la expresión de los genes
de una persona. El tabaco, por ejemplo, es el asesino que provoca seis millones de
muertes al año, en muchos casos en individuos que nunca habrían desarrollado
cáncer si no hubiesen fumado.
Un mismo ambiente diferenciado por una carga genética, porque la influencia
genética existe, pero necesita del ambiente para manifestarse, para que encienda
y apague las distintas bombillas que son los genes. El destino no está únicamente
escrito en esas bombillas. La genética no determina en uno el desarrollo de una
adicción, pero sí una predisposición condicionada por un estilo de vida que marcará
su futuro.
Conocer cómo funciona la epigenética es entender por qué alguien es lo que és,
por qué se enferma o envejece antes que otra persona. La mejor forma de tener un
epigenoma acogedor es ser sano. Hasta amar y reír puede alargar la vida. Y no solo
la tuya, también las de tus hijos.
BELÉN GUERRERO MONTALBÁN