Page 16 - Libros de Caballerías 1879
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                    AMADÍS DE GAULA

                señora —dijo Gandales—
          — Ay,                         ;  ruégovos por
        Dios que me digáis donde vos  fallaré para hablar
        con vos en su hacienda.
          —Esto no sabrás tú por mí ni por otro —dijo
        ella.
          —Pues decidme vuestro nombre por la fe que de-
        béis a la cosa del mundo que más amáis.
          —Tú me conjuras tanto, que te lo diré; sabe que
        mi nombre es Urganda  la Desconocida. Agora me
        cata bien e conósceme si pudieres.
          Y  él, que la vio doncella de primero, que a su
        parecer no pasaba de diez y ocho años,  viola tan
        vieja e tan lasa, que se maravilló cómo en el palafrén
        se podía tener, e comenzóse a santiguar de aquella
        maravilla. Cuando ella así lo vio, por sí tornó como
        de primero, e dijo:
          —¿Parécete que me hallarías aunque me busca-
        ses? Pues yo te digo que no tomes por ello afán;
        que si todos los del mundo me demandasen, no me
        hallarían  si yo no quisiese.
          —Así Dios me salve, señora —dijo Gandales—
        yo así lo creo ; mas ruégovos por Dios que vos men-
        bréis del doncel que es desamparado de todos sino
        de mí.
          —No pienses en eso —dijo Urganda— ; que ese
        desamparado será amparo y reparo de muchos;  e
        yo lo amo más que tú piensas.
          E así se partieron de en uno. Don Gandales, par-
        tido de Urganda, tornóse para su castillo, cuidando
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