Page 102 - mago de oz
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Pero  el  Leñador  lo  tomó  entre  sus  brazos  y  lo
            contuvo mientras decía a los ratones:


             —¡Vuelvan aquí! Toto no les hará daño.


            Al oír esto, la Reina asomó la cabeza por debajo

            de unas hierbas y preguntó con timidez:


            —¿Estás seguro de que no nos va a morder?


            —No  se  lo  permitiré  —dijo  el  Leñador—.  No
            tengan miedo.


            Uno  por  uno  fueron  regresando  los  ratones  y

            Toto no volvió a ladrar, aunque trató de saltar de
            los  brazos  del  Leñador  y  lo  habría  mordido  si

            no  hubiera  sabido  muy  bien  que era demasiado
            duro  para  sus  dientes.  Al  fin  habló  uno  de  los

            ratones más grandes.


            —¿Podemos  hacer  algo  para  demostrarles
            nuestro  agradecimiento  por  haber  salvado  la

            vida de nuestra Reina?


            —No se me ocurre nada —respondió el Leñador.




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