Page 48 - mago de oz
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Poco después se detuvo el Espantapájaros.


            —A nuestra derecha veo una casita de troncos —
            anunció—. ¿Vamos allá?


            —Sí —respondió ella—. Estoy agotada.


            Guiada por su compañero, la niña pasó por entre

            los árboles hasta  llegar a  la casita, en   cuyo
            interior  hallaron  un  lecho  de  ramillas  y  hojas

            secas.  Dorothy  se  acostó  en seguida,  con  Toto
            a  sus  pies,  y  no  tardó  ni  un  minuto  en

            quedarse         profundamente            dormida.          El
            Espantapájaros, que nunca se  cansaba,  se  quedó

            parado en un rincón y allí esperó pacientemente
            hasta que llegó la mañana.





















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