Page 68 - Huasipungo - Jorge Icaza
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hora le queda; ella dió un alarido defendien- 69
do eón ambas manos el sexo;.él era más fuer-
te y· le tumbó al suelo. Se revolcaron ·en. un
campo de tréboles. Ella rabiosa le daba ·con
los puños en la cara, mientras él le estrujaba los
senos; Je hundía las rodillas en el pudor virgen que
aprisionaban fu.riosamente las piernas~ Pronto las
fuerza~ femeninas ca:jreron en una furia de impo-
sibles. Lloró, suplicó, se mordió los labios hasta
hacerse sangre,, pero aquello excitaba más y más
al macho que, .atenazándola con su peso, desgarró
su vida. Se abandonó a esa fuerza que hurgaba su
cuerpo, a esos labios que babeaban sobre la boca,
á esas manos que le estrujaban los senos. Ni si-
quiera pudo m·orderle porque todas las fuerzas ca-
yeron en la postración del náufrago que se deja
arri!strar por la corrieüte, por la-· cual se dejaban
arrn~trar todas .. Cuando él se había -ido dejándola
tendida entre los tréboles; se levantó con la visión
de aquel hombre, una ·visión que tenía fuerza de
arrilstre, una visión odiosa a la cqal ·se le tiene
que ocultar porque así lo dicta su timidez. Y des-
de entonces, deja hacer, deja arrastrarse.
Después del amo vino el cur.a, aun cuando un
poco más repugnante, pero sabe hacer el amor con
mimos de chiquillo mamón.
Cuando. la Juana probó a levantarse, disimuló
H u A S u N G o
Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"