Page 96 - Huasipungo - Jorge Icaza
P. 96

-de  barchilón,  teniendo  cuidado  de  ponerlos  97
            por el lado  del pergamino  y  de sujetarlos  con
            pita  al  pescue?.o  y  a  la  cintura.  Hace  formar
            una  rueda  en  el  descampado  que  se  extiende
            frente  a  la tienda  de  campaña; se coloca  en  el cen-
            tro,  se  ajusta  el  acial  a  la  muñeca,  pasa  revista  al
            círculo  temblón  de  los  atacados  con  su  ojo  tuerto,
            enarbola  el  acial  qne  parece  una  prolongación  de
            la mano  y,  a  punte fuetazo,  hace girar  el  círculo en
            una  maratón  interminable.  La  fiebre  y  el  temblor
            no  dan  energía  suficiente  para avanzar  con la  ace-
            leración  qne  exige  el  acial  qne  cae  sobre  los  per-
            gaminos  produciendo  un  ruido  de  tambor  roto;  y
            es  entonces  cuando  se  enardece  Rodríguez.  \,'
              -¡Vamos,  carajas!  Corran ... Corr.un.   ·
              Aferrada  a  la  fiebre  va  la  pereza  que  pone  pe-
            sadez  en  los  miembros,  que  no  deja  correr.
              -¡Cara jo!  ¿,Qué  pasa,  pes?- afirma· el  tuerto,
            viend~ q_u¡;  los  indios  atacados  se  mueven  apenas.
            Vuelve a  e.charse  saliva  en  la  mano  y  fuerza  en  el
            bram'  enloqueciendo  el  desmayo  eJe  los  palúdicos ..
            Después  de  la  vuelta  cuarenta  empiezan  a  caer,
            agotados  de  cansancio  y  de  dolor.  El  temblor  fe-
            bril  de  los  primeros  momentos  ha  huído  asustado
            de  la  fatiga  que  produce  el  .abrigo  del  acial,  el  a-
            brigo  del  acial  que  les  ha  hecho  sudar  má.s  copio-
            samente  que  agua  de  borraja.  Pero  el  cnrandew
            H    u       S    I,   p   u   N   G   o






                     Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"
   91   92   93   94   95   96   97   98   99   100   101