Page 22 - Revista Diciembre Nº 6
P. 22
22.
LAS ORILLAS DE MI RÍO
Pertenezco a una extensa familia, la de las ardei-
daes. Habito en este último tramo del río, poco
antes de entrar en el Guadalhorce, perdiendo su
nombre de Grande. Mi especie corresponde a la
garza real, compartiendo las orillas y la comida,
con la garceta común y la garcilla bueyera, aunque
esta está más despegada del río y se busca la pitan-
za en sembrados y basureros. En algunas épocas
nos visita la garcilla cangrejera, la garceta grande,
el martinete, con nombre de palo flamenco y la
garza imperial que en ocasiones aparece por estos
lares; difíciles de ver el ave toro y el ave torillo,
que en la actualidad se encuentran en estado de
vulnerabilidad.
Mi color gris pizarra, frente blanca, ojos penetran-
tes y amarillos, cuello blanco, con manchas negras
por los caminos, y no dejen residuos sólidos y el
grupo de caballistas, siempre que no circulen por
el interior del cauce y como en el caso anterior
dejen residuos sólidos, o el atronador ruido y la
espesa nube de polvo de las motos, que en proce-
sión circulan poniendo en desbandada a todos los
animales.
Nuestros veci-
nos los ánades
reales, con sus
cabezas de
y la pluma larga fina y negra en el cuello, me pro- esmeraldas; a
porciona pinta de bohemio. Cuando el tiempo ha pesar de su
sido caluroso y no llueve en su tiempo y en canti- fama de puer-
dad, las flores de cactus se transforman en duros y cos, no son los
punzantes esqueletos, el impacto ambiental, de los responsables de las botellas y bolsas de plásticos
elementos forá- que se encuentran en su alrededor.
neos al río, Si queremos mantener un río que pueda ser visita-
sobre lo poco do por nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos
que queda con y muchas más generaciones, que puedan disfrutar
vida, puede de las increíbles pinturas surrealistas creadas por
llegar a ser muy los reflejos de las orillas en el agua, con los pince-
duro. No es lo les de la reflexión de la luz...:
mismo el grupo Cuidemos nuestro río, puesto que es nuestro.
de paseantes,
que circulan Texto y fotos: Antonio Domínguez Marmolejo