Page 20 - adiestrar-la-mente
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portante papel que su amabilidad juega en la propia experiencia de alegría,
felicidad y éxito. Ésta es la primera consideración. La segunda es que, me-
diante el análisis y la contemplación, podemos llegar a comprender que
gran parte de la desdicha, el sufrimiento y el dolor que experimentamos re-
sulta, en verdad, de una actitud egocéntrica que busca el propio bienestar
a expensas de otros, mientras que gran parte de la alegría, la felicidad y el
sentimiento de seguridad en nuestras vidas surge de pensamientos y emo-
ciones que buscan el bienestar de otros seres sentientes. Contrastando es-
tas dos formas de pensamiento y emoción, uno se convence de la necesi-
dad de considerar el bienestar de los demás como algo muy valioso.
Existe otro hecho con respecto al cultivo de pensamientos y emociones
que aprecian el bienestar de los demás: el interés propio y los propios de-
seos son satisfechos como consecuencia de trabajar para otros seres sen-
tientes. Como señala Ye Tsongkapa en Gran Exposición del Camino a la
Iluminación (Lamrim Chenmo): "Cuando el practicante se implica en acti-
vidades y pensamientos que están centrados y dirigidos al logro del bien-
estar de otros, verá realizada su propia aspiración, sin tener que hacer pa-
ra ello esfuerzo alguno".
Quizá ya habéis oído el comentario que hago muy a menudo de que, en
cierto sentido, los bodisatvas, los practicantes compasivos del camino bu-
dista, son inteligentemente egoístas, mientras que las personas como no-
sotros somos egoístas estúpidos. Pensamos en nosotros e ignoramos a los
demás y el resultado es que siempre nos sentimos desgraciados y sufrimos.
Ha llegado el momento de pensar con más sabiduría, ¿no es cierto? Esto
es, al menos, lo que yo creo.
En un momento dado puede plantearse la siguiente pregunta: "¿Es po-
sible cambiar realmente nuestra actitud?". Mi respuesta, basándome en mi
pequeña experiencia, es, sin dudarlo: ¡Sí! Y me parece evidente. La men-
te es muy peculiar. A veces es tozuda y cuesta mucho hacerla cambiar pe-
ro, con un esfuerzo continuo y un convencimiento basado en la razón, pue-
de llegar a ser muy honesta. Cuando realmente sentimos necesidad de
cambiar, nuestra mente puede hacerlo. La mente no se transformará sólo
con desearlo y rezar, no obstante, con convencimiento y razón, una razón
basada en última instancia en la propia experiencia, podremos transfor-
marla. El tiempo es también un factor importante y, con tiempo, las acti-
tudes mentales pueden cambiar. Estoy seguro.
Una cosa que debo aclarar aquí es que algunas personas, especialmen-
te las que se consideran realistas y prácticas, son demasiado realistas y es-
tán demasiado obsesionadas con el aspecto práctico. Quizá piensen: “Es-
tas ideas de desear la felicidad de todos los seres sentientes y de cultivar
pensamientos de apreciar el bienestar de todos los seres no son realistas,
son excesivamente idealistas. No contribuyen de ningún modo a la trans-
18 formación de la propia mente o al desarrollo de alguna disciplina mental