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buscaba con todo mi Amor, nunca te
abandoné ni me fui de tu lado, fuiste
tú el/la que te perdías por la maleza de
este mundo”.
Hay un lema muy carmelita: ¡Por
María a Jesús! Ella es la Madre de
la Iglesia, cuya memoria litúrgica
celebraremos el lunes de Pentecostés.
Un regalo maravilloso. Mirándola,
digámosle:
¡Hoy te queremos nombrar con
el nombre más bonito que jamás se
inventó: MADRE! Te queremos sentir
cerca, en los momentos alegres y
en los difíciles, que no nos falte tu
comprensión, tu ayuda, tu aliento
la sed de felicidad en tantas fuentes maternal que anime nuestro caminar.
que no sacian?
Madre, te damos lo mejor que tenemos:
Sólo en Dios quedan satisfechas nuestro amor. ¡Oh María, llévanos a
tus ansias de plenitud, sólo en el Jesús, el fruto bendito de tu vientre!.
encontrarás la paz del corazón. En cada
Eucaristía se realiza sacramentalmente Desde el Claustro, oramos
el misterio de tu redención, porque por todos.
sobre el Altar vuelve Jesús a dar la
vida por ti, sólo por ti, con un amor
exclusivo y personal. Y conocer y
sentir este amor es la mayor felicidad
que en esta vida terrena podemos
alcanzar, porque nos hace elevar
nuestra mirada al cielo, que baja hacia
nosotros, uniéndonos a los ángeles y
a los santos.
Hoy te dice, me dice, el Señor
Jesús: ¿Dónde están tus acusadores?
Mira mis llagas gloriosas y mi Corazón
atravesado; ésta es la mayor prueba de
mi amor por ti. He pagado tu deuda.
Cuando estabas extraviado, yo te
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