Page 17 - Junio 2018
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EL CORAZÓN
DE MARÍA
María Siempre
Alfonso Moreno, O. Carm.
En Junio estamos de Corazones. El Corazón de
Jesús y el Corazón de María. Si uno es grande, el
otro no le queda a la zaga. Aunque el Corazón de
Jesús es el Corazón de Dios. Y el Corazón de María,
aunque es la Madre de Dios, es criatura. La distancia
es infinita. Pero ahí queda su grandeza. Es la Madre
de Dios y su “dignidad aventaja con creces a todas
las criaturas del cielo y de la tierra” (cf. LG 53).
La función maternal de la Virgen María sobre
Jesús contacta con la persona de su Hijo. Y la
Persona de Jesús es el Verbo Unigénito de Dios. La
segunda persona de la Santísima Trinidad. María es
la “Zeotocos”, como proclamó la Iglesia solemnemente en el Concilio de Éfeso
(431). La Virgen ofreció a Jesús su carne y su sangre. El Hijo la irradió con su
dignidad infinita de Dios. Es decir, que podemos decir que recibió más que
dio. Salió ganando en el cambio.
De todos modos son los Corazones más grandes y cercanos que tenemos
los cristianos. Y todos los hombres. Para todos vinieron María y Jesús a este
mundo, a pesar de todas nuestras diferencias y colores. Todos somos hijos
del mismo Padre y de la misma Madre. Dios y María que en Jesucristo nos
han engendrado a una vida nueva. La misma vida de Dios Trinidad. El Padre
engendra al Hijo. Y entre el Padre y el Hijo brota una corriente de Amor, que
es el Beso del Espíritu Santo.
He aquí el manantial de dónde venimos. Como un rio de agua fresca
brotamos de su seno. Y nuestro camino es Jesucristo. El Hijo muy Amado,
que nos ha dejado el Espíritu Santo. La Tercera Persona de la Trinidad.
Caminamos hacia el Padre por Cristo en el Espíritu Santo. Con la asistencia
y cuido maternal de María, Sagrario y Templo de la Santísima Trinidad. Son
misterios que nos desbordan y nos consuelan en la travesía del desierto de
la vida hacia la Tierra Prometida del Cielo.
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