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tras de ferretería, telas, juguetes…                               en una de sus estancias en Sar-
        a quienes los veían les parecía                                    ral (1933), en una carta, luego de
        increíble todo lo que cargaban                                     describirle su estadía en ese lugar,
        esas valijas. Las ponían encima                                    le da la siguiente recomendación:
        del mostrador y como magos los                                     “…Te deseo un feliz año nuevo y
        vendedores empezaban a sacar                                       que ya tengas novio pero que sea
        artículo por artículo, sin llegar                                  formal y bueno de lo contario mejor
        nunca al fondo.                                                    soltera…”
           La transacción era sencilla, el                                   Don Alberto Vicente narra que
        tendero decía: “Quiero tres uni-                                   su padre tuvo en la tienda, como
        dades, cinco más de esto otro.” Y el                               dependiente, a Oscar Osorio,
        vendedor apuntaba el precio, si se                                 a principios de los treinta. Don
        le solicitaba descuento, respondía,     DON JOSÉ                   Chepe, tenía una hacienda en
        “si me compras seis te voy a dar        COMPTE                     Sonsonate que lindaba con la del
        siete”.                                                            papá de Osorio y entre ellos surgió
           Así funcionaba la cultura del                                   una gran amistad; al grado que el
        comercio. Pero, esa práctica gen-                                  padre de Oscar confió a su hijo,
        eraba algunos roces. Por lo general,                               para que aprendiera “algo”, pues
        el representante visitaba primero a                                no le gustaba estudiar.
 ALBERTO VICENTE COMPTE BONET EN   don José. Luego se iba donde Hum-         El joven sonsonateco, después
 LA ACERA DE LA CALLE ARTURO ARAUJO,   berto Llort, quien le decía “enséñame lo que te   de cuatro meses como dependiente, se enroló
 FRENTE AL ALMACÉN DE SU PADRE, A LA   pidió Chepe”, y revisaba la lista. Al comprar los   en el servicio militar. Oscar Osorio, en 1950,
 EDAD DE SIETE AÑOS (1942)
        mismos productos se generaba una manipu-              con el grado de Teniente Coronel, asumió la
        lación de precios, en perjuicio entre familiares.     presidencia de la república.
           Por ese tiempo el encargado de la tienda de           En 1945 la familia Compte, se mudó a San
        don Juan era su hijo Humberto. Don Juan ya era        Salvador y la tienda pasó a manos de Marco
        un hombre mayor. Unos años antes preocupado           Tulio Rodríguez a quien don José dio facili-
        por la soltería de una de sus hijas visitó España     dades de pago.
        para conseguirle un esposo. Al nuevo yerno lo            Además de las familias Llort y Bonet en
        colocó al frente de la tienda con tan mala suerte     Armenia, radicó otra de apellido Maimo, de
        que se la terminó. Tan sólo dejó los estantes. En     origen Catalán. Era otra de las familias emi-
        esas circunstancias recibió don Beto el negocio       grantes que se aventuró en el turbulento mar
        cuando ya estaba en las últimas.                      para llegar a El Salvador. Donde le esperaba
           Pero con todos esos inconvenientes los             otra peripecia, al atravesar en carreta el agreste
        Compte trabajaron en Armenia por espacio              camino que desde el puerto de la Libertad los
        de 20 años. En el almacén se vendían, gaseosas        llevó a Armenia.
        (llamadas en esa época, “chibolas”), camisas,            En ocasiones doña Alberta recordaba con sus
        tela para vestidos de mujer, lámparas, carburo,       amigas del pueblo que todavía se veía sentada
        gas, azúcar, sal, cal, piedras de afilar, y som-      en la carreta tirada de bueyes y pensaba:- He
        breros de la fábrica capitalina, “Dridma”; los        venido desde España. Un Gran trecho, y cav-
        clientes venían de los cantones y en los seis         ilaba que hacía apenas unos dos meses se había
        postes frente al local, amarraban los caballos;       puesto en camino y ya estaba aquí. -Nunca
        después los cargaban a un lado el saco de sal y       me había encontrado tan lejos como en esos
        en el otro cal.                                       instantes, repetía.
           El negocio, era atendido por María Julia              Los Maimo, formaban parte de la cadena
        Trigueros (tiempo más tarde, madre del poeta          migratoria de esos tiempos, donde otros pai-
        del pueblo, Juan De Dios Galán) y por doña            sanos les trasmitieron sobre lugares donde
        Laura. Las dos eran muy amigas, a grado tal que       poder trabajar. La familia Llort, ignoraban


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