Page 48 - SIN FRONTERAS_Neat
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Fue un año difícil, lo admito, pero también fue un año en donde
     sentí cumplida la promesa de Dios “aunque pase por el valle de                       en el valle
     sombra de muerte, no temeré mal alguno, pues tú estarás
     conmigo, Tu vara y tu cayado me infundirán aliento”
     A finales del año 2016 llevamos una vez más a nuestra hija a la                 de sombra de
     clínica, ya no comía, no hablaba y tampoco caminaba, veía a mi
     hija en un estado muy lamentable, su piel estaba pegada a sus                                  muerte
     huesitos, como madre, me destrozaba el corazón ver a mi niña
     en esta condición, pero a mi mente llegaban, las palabras de mi
     Dios, que en sueño decía: “No pongas atención a lo que tus
     ojos ven, porque no todo lo que tus ojos ven es verdad, y el sol
     calentará siete veces más de lo acostumbrado, pero ten fe” en
     ese momento que tuve el sueño no comprendía, pero cuando vi                sin embargo, aunque yo esperaba la
     a mi hija en el estado anteriormente mencionado, comprendí                 sanidad, media hora antes que mi hija
     aquella palabras.                                                          partiera con el Señor, recosté al lado de

     Las palabras de mi Dios se convirtieron en una fortaleza para mi           ella y solo comencé a adorar al Señor;
     vida de una manera indescriptible, durante dos meses                       me olvidé que estaba en la clínica, y
     prácticamente vivimos en la clínica, pasé fin de año solo con              hubo un instante donde solo éramos
     ella, mi esposo estaba atendiendo la iglesia, aquello fue algo             Dios y yo. Recuerdo que comencé a
     que nunca pensé vivirlo.                                                   hablar en lenguas y mientras hablaba en

     Mi hija falleció el dieciocho de enero del 2017, el día anterior           otras lenguas, sentí que mi Señor
     tuvo unos episodios con fiebre que superaba 40°C, problemas                Jesucristo me decía: “Tu hija va a morir,
     respiratorios, estaba recibiendo alimento por una sonda                    pero no llores ni alces tu voz, la muerte
     nasogástrica, con cuidados paliativos; la doctora llamó a mi               la abrazará por un momento, pero yo te
     esposo para decirle que mi hija no pasaría de ese día y mi                 la devolveré, ella extenderá sus brazos y
     esposo no me quiso decir, pues él sabía que yo solo esperaba a             te dirá mamá, ¿Me crees?” recuerdo que
                                                                                creo. Finalmente, sentí que el Señor me
     que Dios la sanara.                                                        respondí: Si tú me lo dices Señor yo te

                                                                                decía, “la prueba ha terminado y era
                                                                                prueba de muerte”.



                                                                                Tan pronto sentí las palabras del Señor,
                                                                                mi hija murió. En seguida me levanté de
                                                                                la camilla y me puse al frente del cuerpo
                                                                                de mi hija y literalmente sentí como una
                                                                                mano que tomó algo de mi pecho y lo
                                                                                arrancó, pero puso algo que hasta el día
                                                                                de hoy no he podido comprender, sentí
                                                                                una paz indescriptible. Posteriormente
                                                                                llamé a la doctora de turno y ella
                                                                                llorando me dice: ¿Y ahora qué hay que
                                                                                hacer? Yo le respondí: Solo queda darle
                                                                                gracias a Dios y en ese momento oré.
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