Page 12 - Cuentos para Triunfar
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Sabés que pasa Luis; yo he tenido mala suerte...

                                                   El Nemesio

                                    (Buena suerte, mala suerte.

                                                 Quién sabe...)


                  El  Nemesio  era  un  gaucho  de  costumbres  tranquilas.  El  hombre  era
                  observador y paciente. Su bien más preciado era un caballo alazán que había
                  recibido  en herencia.  En  realidad, era su  único  bien  además  de  un  ranchito
                  donde guarecerse.
                      Cierto día, en un malón de los Ranqueles perdió su caballo.
                      Estaba el Nemesio tomando una ginebra en la pulpería, cuando se le arrima
                  un paisano:
                      -  Que  mala  suerte  la  tuya,  Nemesio.  Mirá  que  venir  a  perder  el  único
                          caballo que tenés. La pucha, eso sí que es mala suerte.
                       El Nemesio murmuraba:
                      -  Mala suerte..., buena suerte..., quién sabe?.

                      La  cuestión  es  que  como  a  los  quince  días,  hay  una  estampida  en  la
                  toldería, y se le escapan todos los caballos a los aborígenes.
                      Así fue como el Nemesio, un amanecer, vio regresar a su caballo al corral
                  junto al ranchito, acompañado de otros quince caballos. De pronto el hombre
                  se había hecho de dieciséis caballos; una tropilla de un solo pelo.
                  Estaba el Nemesio tomando una ginebra en la pulpería, cuando se le arrima un
                  paisano:
                      -  Qué  buena  suerte  la  tuya,  Nemesio.  Mirá  que  hacerse  de  tantos
                          caballos, todos juntitos y sin nadie que los reclame. La pucha, eso sí
                          que es buena suerte.
                  El Nemesio murmuraba:
                      -  Buena suerte..., mala suerte..., quién sabe?.
                      La cuestión es que entre los caballos, había varios sin domar. Sin titubear,
                  se encomendó a tan arriesgada tarea.
                      Así  fue  como  el  Nemesio,  en  una  jineteada  rodó  con  el  potro,  con  tal
                  puntería que su pierna se quebró cuando cayó sobre una piedra.
                      Estaba el Nemesio tomando una ginebra en la pulpería, cuando se le arrima
                  un paisano:
                      -  Que mala suerte la suya, paisano. Mire que venir a golpear justo con
                          una piedra cuando cae del caballo. La pucha, eso sí que es mala suerte.
                  El Nemesio murmuraba:
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