Page 14 - El gran capitán
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6.- La princesa de los sueños
- ¡Buenos días, Natalia! Ya es hora de levantarse. Un día maravilloso nos espera.
- Buenos días, mamá. ¿Qué hora es?
- Hora de ir al cole. Pero antes, ven aquí que te voy a comer a besos. Ven aquí que te voy a hacer cosquillas por todo el cuerpo para que te despiertes con una gran sonrisa.
- Para, paraaaa, mamá, para, de verdad, para, deja de hacerme cosquillas.
- Venga , Natalia, vamos a despertar a tu hermano y le hacemos también cosquillas. Y de un salto, Natalia se levantó de la cama.
- ¡A por él!
Lentamente se acercaron a la habitación de Pablo y comenzaron por hacerle cosquillas en los pies. Pablo se movía pero no se despertaba. Siguieron por los brazos. Tampoco se despertaba. Y cuando mamá iba a empezar a hacerle cosquillas en el cuerpo, Natalia le grito al oído: ¡Fuego, fuego!
Pablo se sobresaltó y se enfadó mucho porque se había despertado de una forma muy violenta. Natalia salió corriendo hacia su cuarto riéndose mucho.
- ¡Buenos días, Pablo! Tranquilo, ha sido una broma de tu hermana. Es pequeña y no sabe medir bien las cosas. Dame un fuerte abrazo y ríete un poquito.
Y mamá comenzó a hacerle cosquillas para que se animara. Al final, Pablo, dibujo una sonrisa en la cara pero seguía molesto con su hermana.
- ¡Chicos, a desayunar! El desayuno ya está listo. Hoy tenemos una napolitana de jamón y queso y madalenitas con azúcar que papa compró ayer al venir del trabajo.
- ¡Bieeeen! Exclamó Pablo. ¡Qué bueno es papá!
Mientras desayunaban Natalia se puso a contarles el sueño que había tenido.
- ¡Mamá! hoy he tenido un sueño muy raro.
- ¡Cuéntanos, cariño!
- Pues estaba en el cole y las compañeras venían a mí con un problema. Ellas me lo contaban. Yo abría mi álbum y les daba un cromo. Y ellas me daban un gran abrazo y se iban felices.
- ¡Qué sueño más raro! dijo Pablo.
- Pero yo me sentía muy bien, contestó rápidamente Natalia.
- Pues no será de regalar tus cromos. Con lo que cuesta conseguirlos y tú los vas regalando.
Mientras hablaban de los cromos mamá se levantó, fue al salón y puso en medio de la mesa de la cocina la luna que le había traído los Reyes Magos. Apagó la luz y encendió la luna. Mientras pasaba las manos por la luna dijo:
- Bolita, bolita mágica. Ayúdanos a interpretar los sueños. Bolita, bolita mágica...
- ¡Qué guay, mamá!, dijo Natalia.
- ¡Vaya chorrada! Parecéis dos brujas pirujas. Os dejo que tengo que preparar la cartera.
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