Page 21 - El gran capitán
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Natalia, apareció con Flami que llevaba un antifaz, una bufanda y un bañador.
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- ¡Silencio! dijo Pablo mientras golpeaba el tambor ¡Tom, tom, tom!
- Buenas tardes, a todos. Mi nombre es Totígeno y aquí está mi hermana Cuicuí. Os vamos a contar la historia de un príncipe y una princesa que tenían un gran tesoro y necesitaban esconderlo de la bruja Piii. ¡Tom, tom, tom!, volvió a golpear el tambor Pablo.
- Como solo somos dos y necesitamos una bruja, tú tía, vas a ponerte esta peluca rubia y sujetar la fregona, dijo Cuicuí.
- Ja, ja, ja, pero chicos no hay brujas rubias.
- ¡Mamá, no interrumpas! Nuestra bruja sí porque parece buena pero es muy mala. Y tiene una fregona porque es tiesa como un palo de fregona.
- Perdone, usted, dijo su madre.
- ¡Tom, tom, tom! El gran tesoro de nuestros amigos era invisible. Era el secreto de la felicidad. Pero tenían miedo de que la bruja Piiii les robara la felicidad y nunca más volvieran a sonreír.
- ¡Tom, tom, tom! Que venga el superagente secreto.
- ¡Tom, tom, tom! Nuestros amigos encargaron al superagente que escondiera su felicidad en algún sitio. Pasaron los días y el superagente volvió muy triste. No había encontrado ningún lugar. Allá donde iba aparecía la bruja Piii con su sonrisa malévola.
- ¡Tía, ahora tienes que reírte como si fueras la bruja!, dijo Natalia.
- Cariño, respondió la tía, yo no puedo reírme como una bruja porque tengo un corazón de oro.
- ¡Tom, tom, tom! Muy bien tía, dijo Totígeno. Esa es la solución que encontraron nuestros amigos. Decidieron esconder la felicidad en el corazón del superagente porque la bruja solo tiene malos pensamientos y ningún buen sentimiento.
- ¡Tom, tom, tom! Y ahora Cuicuí va a contar el final.
- Pues la princesa pidió al superagente que abriera su corazón para esconder su felicidad y el agente le contestó: “Amiga, yo soy un animal de peluche y no tengo corazón. Cada uno tiene que esconder su tesoro en su corazón”.
- ¡Tom, tom, tom! Y así es como jamás la bruja Piii pudo acabar con la felicidad de nuestros amigos. La bruja murió triste y nuestros amigos fueron felices y comieron perdices. Colorín colorado este cuento se ha acabado.
¡Plas, plas, plas, plas! Aplauden la tía y mamá con mucha fuerza de pies. ¡Bien, bien, bravo! Gritaba la tía mientras Totígeno y Cuicuí, junto con el superagente, inclinaban sus cabezas para saludar.
- Me ha encantado, hijos, me ha encantado.
- Gracias, mamá.
- ¿Y de dónde habéis sacado esa vena artística? Preguntó la tía.
- No sé, respondió, Pablo. Mamá nos cuenta muchos cuentos, muchas historias y nosotros nos las imaginamos.