Page 213 - Proyectos de Español 3 - Secundaria
P. 213

 niños brincábamos a la arena y nos íbamos corriendo hasta la orilla del mar, nos quitábamos los zapatos y nos metíamos en el agua para mojarnos los pies. Como hacía un gran calor, nos gustaba mucho refres- carnos así. Luego nos poníamos nuestros trajes de baño y pasábamos casi todo el día brincando las olas.
Fue el tiempo en que llegó a Tampico la primera película que se hizo de King Kong. Para anunciarla, los dueños del cine “Alcázar”, que estaba en la plaza central de la ciudad, mandaron hacer una imagen de cartón de un gorila muy grande y la pusieron en la entrada del cine. Como los domingos mi familia iba a pasear a la plaza central, los niños corríamos a ver el gorila, a dar vueltas a su alrededor y a tocarlo con la mano, pero siempre con mucho miedo.
Cuando yo tenía siete años también conocí por primera vez a un médico. Él era un hombre bueno, sonriente y muy buen amigo de mi padre. Se conocieron porque el doctor atendió a mi madre cuando yo nací y después cuando nacieron mis dos hermanos menores. Pero además, él era aficionado a la poesía y quería escribir versos, lo que mi papá hacía muy bien y con mucha facilidad.
El doctor iba mucho a la casa y cuando mi mamá me llevaba a verlo porque tenía fiebre o me dolía la panza, nunca me inyectaba y siempre me daba una paleta de dulce. Me agradaba, pero en ese entonces no quería ser doctor como él. Yo quería ser vaquero.
Fue entonces cuando mi padre decidió que nos fuéramos a vivir a la Ciudad de México, lo que hici- mos en un tren que se llevó dos días de viaje. Llegamos como damnificados, pues las pocas cosas que teníamos casi las perdimos todas por el ciclón, excepto algo de ropa y unos cuantos libros.
Lo que hace la mano hace la tras
Tenía un hermano que era dos años mayor que yo. ¡Cómo deseaba parecerme a él! Cuando éramos muy chicos (él de siete y yo de cinco), siempre jugábamos juntos. Si habíamos visto una película de vaqueros, al rato mi hermano me decía:
—Yo soy el muchacho... y salía corriendo al patio.
Inmediatamente yo le contestaba:
—Y yo soy su caballo... y corría detrás de él.
Mi hermano era buen nadador y buen jugador de básquetbol; también yo me aficioné a esos deportes y los practicábamos juntos, aunque él siempre me ganaba.
Cuando llegó el momento, al terminar la prepa, mi hermano dijo:
—Voy a estudiar medicina. Y se inscribió en la UNAM.
Naturalmente, al año siguiente yo también dije:
—Voy a estudiar medicina. Y seguí sus pasos.
Mi hermano escogió estudiar medicina porque para mis padres no había mejor profesión que la de médi- co. Mi padre era violinista y por eso, al principio todos sus hijos queríamos ser músicos. Pero él se opuso porque deseaba que nosotros tuviéramos una vida mejor que la que él había podido darnos.
Su sueño, compartido plenamente por mi madre, era que fuéramos médicos. Lo lograron, porque de cuatro hermanos que éramos, tres estudiamos medicina. Pero hubo otra razón importante para que los tres estudiáramos la misma carrera: el gasto familiar. Era mucho más económico así porque los libros en que mi hermano estudiaba (que eran muy caros) los usaba yo al año siguiente y dos años después, los volvía a usar mi hermano menor.
Para una familia pobre, como era la nuestra, esto facilitó que tres de sus miembros fuéramos estu- diantes universitarios. Como dicen en las baratas “pague uno y llévese tres”.
(Pérez Tamayo, Ruy, Soy... médico, México, Ediciones Tecolote, 2006, pp. IV-VI)
Proyecto 13 ¿Cómo se elabora un anuario con autobiografías? 213















































































   211   212   213   214   215