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De hombres y de mujeres
IWC
Los estereotipos no son nuevos. Juegos para niños: espada, pelotas, patines. Juegos para niñas: muñecas, cocinitas, escoba. Se preparan así, desde la infancia, para los distintos roles sociales que desempeñarán en el futuro. Si nos centramos básicamente en la formación recibida por los distintos sexos, es notable que la educación hace hincapié en la concepción de que la mujer es más débil que el hombre y que éste debe ser preparado para tomar decisiones, afrontar riesgos y ser dominador de las situaciones que se presenten en el transcurso de la vida.
Un reciente estudio publicado por el psicólogo brasileño Lair Ribeiro revela que: “Hay ocho inteligencias diferentes en cada ser humano que pueden ser desarrolladas: verbal, matemática, musical, espacial, corporal, intrapersonal, interpersonal y naturalista. En cinco de ellas, las muje- res son superiores a los hombres. Por ejemplo, en la verbal y también en la intrapersonal, siendo más intuitivas, más perceptivas y más compasivas. La superioridad en el terreno de la inteligencia de las mujeres es debido a que las mujeres tienen más conexiones entre el hemisferio izquierdo y el derecho del cerebro, eso les permite usar los dos lados a la vez; el hombre sólo es capaz de hacer una cosa cada vez.”
Pero, hombres y mujeres, ¿realmente iguales?
Sin duda existen diferencias físicas y psicológicas innegables. Por eso es absurdo igualar a la mujer y al hombre en todos los aspectos; y hasta los estudios tienen sus puntos endebles. Por ejemplo, como la psicología del poder que ha predominado históricamente ha sido la masculina, los hombres se han acercado al fenómeno limitados por su óptica, intentando ponerse en el lugar de la mujer, interpretar sus sentimientos, sus necesidades y sus deseos. Pero realmente no es- tán, en tanto hombres, en condiciones para entender y asumir debidamente el enramado rol de la “química” femenina.
Indiscutiblemente existen diferencias emocionales y de conducta entre uno u otra que tienen un origen cultural. De ahí que el machismo, aunque criticable, no sea simplemente un intento de los hombres por perpetuar el dominio y la autoridad, sino que forma parte de toda una tradición heredada de una sociedad patriarcal.
Las mujeres, por naturaleza, están preparadas para asumir tareas irrealizables para el hom- bre (parir, por ejemplo, o la capacidad multiorgásmica), mientras que al varón, por naturaleza, le corresponde determinar en sus espermatozoides X o Y el sexo de la criatura (algo que aunque se lo propongan, no lograrían las mujeres). En fin, son diferencias que se complementan.
Equidad más que igualitarismo
Un estudio publicado en Cuba refleja claramente los conceptos de equidad e igualitarismo. Plantea el documento que las mujeres y los hombres se manifiestan desde su sexo, es decir, cada cual existe sexuadamente, cada cual existe en su género y se manifiesta en su género, piensa en su gé- nero, camina en su género, cocina en su género, estudia en su género, se relaciona en su género.
Por lo tanto, no podemos pretender igualar dos personas que son orgánicamente diferentes. Eso sería igualitarismo, una postura riesgosa por su ingenuidad. Sin embargo, el concepto de equidad indica que debemos respetar los derechos de la persona, independientemente de que sea hombre o mujer. Éstos guardan estrecha relación con lo refrendado en la Declaración de los Derechos Humanos.
¿Qué es lo que garantiza, entonces, el correcto equilibrio? Pues el concepto de equidad; que cada cual figure en su medio, se desarrolle en su medio y tenga iguales oportunidades e iguales deberes desde todos los puntos de vista. Y la única forma de lograrlo es educando la mente y el cuerpo bajo el presupuesto de la igualdad y, sobre todo, del respeto a la diferencia.
http://www.somosjovenes/cu (Consultado el 29 de julio de 2007)
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