Page 71 - Secundaria - Comprometid@s con la Historia de México - 3er Grado
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Desarrollo de redes comerciales internas
En Nueva España, el aumento de la población produjo la necesidad de más productos y, por tanto, la circula- ción de éstos aumentó. De ahí que las actividades pro- ductiva y comercial fueran las propias de una economía sólida y en auge.
En el bloque uno viste que además de los obrajes, también hubo muchos talleres. Éstos eran muy peque- ños, casi familiares y pertenecieron a indígenas o mes- tizos, que disponían sólo de uno o dos telares, pero que llegaron a producir más de una tercera parte de las telas usadas en Nueva España. Por tanto los textiles fueron una pieza clave en el intercambio comercial interno de la Nueva España. Otros productos básicos fueron los agrícolas, los animales y las materias primas para la construcción. Tú ya sabes que las haciendas estaban es- pecializadas. Las había agrícolas, mineras, ganaderas y hasta pulqueras. Como poseían grandes extensiones de tierra, trataron de funcionar de manera autosuficiente en la medida de lo posible; satisfechas sus necesidades alimenticias, usaban sus excedentes de producción para adquirir los bienes que necesitaban, pero que no produ- cían. Por lo tanto, las haciendas eran protagonistas del intercambio comercial.
El comercio interno de Nueva España vinculaba entre sí a las haciendas, la Ciudad de México y los de- más centros urbanos. Por ejemplo, el norte, aunque casi despoblado, ofrecía materias primas al sur, como cuero, lana, mulas, caballos, plata y, a cambio, podía comprar artículos ya manufacturados como textiles, cerámica, objetos finos de plata y alimentos de origen tropical, como frutas y pescados. Como puedes darte cuenta, Nueva España era un gran territorio donde se comercia- ban gran variedad de productos por caminos muy difíci- les, inseguros o inexistentes. La Ciudad de México era el centro comercial más importante.
El papel económico de la Iglesia y las grandes fortunas mineras y comerciales
Desde el inicio de la Colonia, la minería y el comercio constituyeron los dos grandes pilares de la riqueza del Virreinato y su metrópoli. En la Nueva España la Iglesia tenía un poder inmenso, no solamente moral y político sino también económico. Era la mayor institución inver- sionista en los negocios de los mineros y los comercian- tes; otorgaba créditos a particulares y la gran mayoría de los negocios no eran posibles sin la ayuda del capi- tal eclesiástico. Gran cantidad de mineros, vendedores, rancheros, empresarios, artesanos, entre otros muchos, dependían del capital eclesiástico para conservar sus trabajos. Además, la Iglesia era dueña de grandes exten- siones territoriales y de haciendas.
Ahora bien, si en los siglos XVI y XVII hubieras querido abrir una mina, obvio que te hubiera convenido, pues vaya que las minas exitosas dejaban dinero; sin embar- go, en ese entonces, al igual que hoy, la hubieras abierto con tu propio dinero (siempre y cuando lo tuvieras) o,
en caso de tener más planes que dinero, hubieras tenido que buscar a alguien que te “financiara”. Ese alguien era obviamente, en primerísimo lugar, la Iglesia o un aviador. Era éste un comerciante que abastecía de mer- cancías y prestaba dinero a los habitantes de una región. Evidentemente, no lo hacía por caridad, sino a cambio de elevados intereses y de buena cantidad de la plata, el oro u otro mineral que hubiera extraído el minero que le había solicitado el préstamo. No obstante que algunos mineros terminaron en la ruina por no cubrir su deuda, el negocio de los aviadores y de la extracción de plata fueron tan exitosos que el barón de Humboldt, citado arriba, estimó que al cierre del siglo XVIII ¡la Nueva Es- paña había producido el 67% de toda la plata del con- tinente!
En el siglo XVIII sobresalían entre otras las minas de Taxco (en Guerrero) y las de Santa María Regla (en Hi- dalgo), pero sin duda la Valenciana (en Guanajuato) era la mina más próspera pues incluso había desplazado a la del Edén, en Zacatecas que —como estudiaste en el blo- que 1— había sido la mina más rica en el siglo XVI. Los capitales producidos por la minería se dedicaron funda- mentalmente a la construcción, y a llevar al esplendor a haciendas, palacios o edificios públicos y religiosos.
Un ejemplo de personajes exitosos en la minería colonial del siglo XVIII fue Pedro Romero de Terreros, conde de Regla (1710-1781). Destacó como empresa- rio minero español y rico hacendado del Virreinato de Nueva España. Llegó aquí en 1732, a los 22 años de edad. Más tarde, en sociedad con Alejandro Busta- mante y Bustillo, logró la concesión para la explotación (hasta 1750) de las minas del Real del Monte (actual- mente en Hidalgo), con cuyos beneficios, obtenidos de la extracción de la plata de la mina La Vizcaína en Pachuca, pudo consolidar un gran emporio que se extendió por todo Real del Monte, donde construyó las haciendas de San Miguel, San Antonio y Santa María Regla, para procesar los minerales de esas minas. Su inmensa fortuna, le permitió llevar a cabo numerosas obras de beneficencia y ayuda al desenvolvimiento del clero mexicano. Fundó el Sacro y Real Monte de Pie- dad de Ánimas que sigue funcionando hasta el día de hoy con el nombre de Nacional Monte de Piedad.
Otro ejemplo de empresario exitoso fue José de la Borda Sánchez (1699-1778). Vino de España adolescente y ya entrando a la edad madura sintió inclinación hacia los negocios y se dedicó a las actividades mineras. Se fue a Zacatecas en donde hizo su primera fortuna; más tar- de se dedicó a recorrer la Sierra Madre Occidental, es- pecialmente las montañas de Guerrero y llegó a la zona de Taxco en donde encontró ricos filones de minerales de plata. En este lugar se estableció y fundó un pequeño poblado que al poco tiempo adquirió relevancia, debido a su explotación minera. De la Borda se convirtió en uno de los hombres más acaudalados de la colonia y empe- zó a utilizar su gran fortuna en obras pías, entre ellas la construcción del templo parroquial de Taxco, dedicado a Santa Prisca, y el Jardín Borda en Cuernavaca.
Nueva España, desde su consolidación hasta su Independencia 71