Page 23 - La máquina diferencial
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un gesto teatral que le abrió el abrigo—. ¡Ada Byron, verdadera amiga y discípula del
mismísimo Babbage! ¡Lord Charles Babbage, padre de la máquina diferencial y
Newton de nuestra edad moderna!
Ella quedó boquiabierta.
—¡Pero si Ada Byron es dama!
—Te sorprendería saber a quién conoce nuestra lady Ada —declaró Mick
mientras extraía un paquete de tarjetas del bolsillo y retiraba el envoltorio de papel—.
Oh, no para tomar el té junto al pelotón de los diamantes en las fiestas de jardín...
Pero Ada es lo que podría considerarse rápida, a su matemático modo. —Se detuvo
unos instantes—. No quiero decir que Ada sea la mejor, ¿sabes? Conozco
chasqueadores en la Sociedad Intelectual de Vapor que harían que incluso lady Ada
pareciese una retrasada. Pero tiene... genio. ¿Sabes lo que eso significa, Sybil, tener
genio?
—¿Qué? —respondió Sybil, que detestaba la mareante seguridad que destilaba la
voz del hombre.
—¿Sabes cómo nació la geometría analítica? Gracias a un tipo llamado Descartes
que miraba una mosca en el techo. Un millón de tipos antes que él habrían visto
moscas en el techo, pero aquello sirvió a René Descartes para crear una ciencia.
Ahora los ingenieros emplean a diario sus descubrimientos, pero de no ser por él
seguiríamos ciegos.
—¿A quién le importan las moscas? —demandó Sybil.
—Una vez, Ada tuvo una inspiración que estaba a la altura del descubrimiento de
Descartes. Todavía nadie le ha encontrado uso. Es lo que llaman matemática pura. —
Mick rió—. «Pura». ¿Sabes lo que eso significa, Sybil? Significa que no son capaces
de ponerla en marcha. —Se frotó las manos y sonrió—. Nadie consigue ponerla en
marcha.
El solaz de Mick la estaba poniendo de los nervios.
—¡Creía que odiabas a los pares!
—Odio los privilegios señoriales, aquello que no se gana de forma justa y
equilibrada —respondió él—. Pero lady Ada descuella con justicia por el poder de su
materia gris, no por el tono azul de su sangre. —Fue colocando las tarjetas en una
bandeja plateada que había en un lateral de la máquina, y después se giró y cogió a
Sybil de la muñeca—. ¡Tu padre está muerto, muchacha! No pretendo hacerte daño al
decirte esto, pero los luditas están acabados, son cenizas frías. Oh, sí, marchamos y
gritamos exigiendo derechos laborales y tal y cual. ¡Bonitas palabras, chica! Pero
mientras nosotros escribíamos panfletos, lord Charles Babbage delineaba planos. Y
con sus planos se construyó este mundo.
Mick negó con la cabeza.
—Los Byron, los Babbage, los radicales industriales... ¡son los dueños de la Gran
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