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contábamos con señal telefónica para comunicarnos con los hospitales MI PRIMER DÍA EN LA EMERGENCIA
pediátricos correspondientes a la dirección de salud, por lo tanto, lo único
que podíamos hacer era apresurar el traslado por propios medios.
Al ser una comunidad pequeña, la solidaridad ante casos de emer- La experiencia que voy a contar es sobre mi primer turno en el ser-
gencia siempre estaba presente, por lo que le pedimos al presidente de vicio de emergencia, uno de los más estresantes del hospital, durante el
esta que consiga una lancha de fibra, ya que era más rápida que la usada Internado Rotativo de Medicina, año al que llegué, seguramente como
por nosotros en los cotidianos traslados; mientras tanto, preparábamos a todos, sin saber nada del lugar, del sistema y todo lo que implica; tiempo
la paciente con los soportes básicos disponibles, es decir, al menos con en el que me convertí en experta en toma de muestras, gasometrías, elec-
una vía aérea permeable, vía periférica canalizada y control de signos trocardiogramas, poner sondas, signos vitales, trasladar pacientes, cami-
vitales permanente. Entonces, al tiempo que la licenciada ponía la vía, llero, limpieza, de todo. Periodo que inicié con ilusión y sobre el que
el resto alistábamos el charol de paro con soporte de ventilación del que luego contaba los días para que se acabe, ya que en más de una ocasión
disponíamos. sentí que no sabía nada de la profesión pese a tantos años de estudio,
capacitación, y conocimiento recibido “mil veces” sobre lo que tenía que
Todo paso rápido y simultáneamente, de forma organizada, como hacer en determinados momentos. Ese año que para muchos es “el mejor
si lo hubiésemos practicado en otras ocasiones. Con todo listo y lancha de sus vidas”, pues para mí no lo fue; en especial por el ya nombrado
conseguida, nos embarcamos dos médicos, la enfermera, madre e hija. primer día.
Fue una verdadera aventura dadas las consideraciones descritas en lí-
neas anteriores, la misma que, para terminar de ser tal, implicó quedarnos Estaba lista para el turno, que iniciaría a las 07h00 de la mañana y
detenidos a mitad del viaje por el río, ya que la gasolina del transporte cuyo fin sería, entre las 15h00 y 16h00 del día siguiente. A pesar de la
casi se terminó y correspondía hacer transbordo a otra. Experimentamos preocupación propia del inicio, tenía seguridad absoluta de que me iría
una mezcla de molestia, impotencia, angustia que matizó el momento. muy bien y que me serviría para probarme a mí misma y saber de qué es-
Menos mal, a los pocos minutos apareció el rescate y continuamos con taba hecha. Recuerdo la ilusión con la que llegué, con ganas de aprender
el recorrido. y de vivir las mejores experiencias, como todo interno, desde el primer
instante. Con mi sonrisa “de oreja a oreja”, me presenté al jefe de la
Durante el tiempo que duró el recorrido, estuvimos pendientes de los guardia (con quien haría todos mis turnos en emergencia, por cierto),
signos vitales de la paciente, así como a la saturación de oxígeno, la cual quien me preguntó: “¿Alguna vez lloraste en el internado?” Respondí
era directamente proporcional a la capacidad que teníamos para mantener que no, y me dijo que aquí sería la primera vez, ante lo que seguí son-
la vía aérea hiper-extendida y ventilada. Pasarían unos tres cuartos de riendo pensando que se trataba de un chiste. Y bueno, ese turno tuve la
hora, con todas las peticiones a Dios de que la niña llegue estable a Gua- llamada “mala espalda”; uno de esos días en que la emergencia colapsaba
yaquil, cuando una de las compañeras logró tener señal en su teléfono entre pacientes, acompañantes, gente esperando atención en los pasillos,
y de inmediato se comunicó con el apoyo médico en tierra, nuestro jefe cuarto crítico repleto, cubículos llenos, y mi absoluto desconocimiento
superior, quien ayudó a coordinar que una ambulancia esté lista a nuestra sobre la logística y el funcionamiento del hospital.
llegada al puerto de la base naval, la más cercana a la que podíamos
arribar, así como un cupo en el hospital pediátrico adyacente. Rebosante de paciencia, revisé indicación por indicación de cada pa-
ciente, y realicé cada pedido de exámenes o farmacia con bonita letra
Y así sucedió, tal cual. Llegamos al hospital, la calma volvió al cuerpo, y atención a los detalles. Cabe recalcar que tenía muchísimos pedidos,
de la mano de la tranquilidad de haber cumplido con la responsabilidad miles de gasometrías, electrocardiogramas, colocación de sondas, toma
de atención y traslado de la manera más estable posible. de muestras, toma de signos y de glucosa, etc. ¡Pedidos desde el suelo
Semanas más tarde, las recibimos en el centro de salud, a manera de hasta el cielo! y, aun así, decidí tomarlo con calma; primer error mío.
visita. La pequeña, totalmente ilesa y recuperada, como si nunca hubiera Con mucho miedo, le pregunté al doctor por dónde empezar o qué
sucedido nada, y su madre feliz agradeciéndonos por todo lo que hicimos examen era prioritario para hacerlo primero, y me respondió que yo tenía
como equipo. Desde entonces, me quedé con el grato recuerdo de verla que saber. Así que el segundo error, fue proceder en orden de llegada de
crecer alegre y con normalidad durante el resto del año del servicio. los pacientes. Fue la primera vez que tuve contacto con pacientes de todo
tipo: psiquiátricos, adultos mayores, oncológicos, jóvenes, casos muy crí-
Autora: Md. Ana Belén Valencia Dávalos ticos, e incluso ese día hubo dos fallecidos. Yo, con mucha tranquilidad
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