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METAMORFOSIS
EDITORIAL
Por Roxana Fonseca Méndez
La adolescencia marca en el ser humano cambios profundos en todas sus facetas. En esta fase de la vida, puede apreciarse avances significativos
en muchos aspectos que transforman la forma de ver y pensar el mundo, ligado a capacidades intelectuales, de percepción y de conocimiento.
Los adolescentes poseen un sentido de quienes son y qué los diferencia de los demás. No obstante, la comprensión de sí mismo es un proceso
complejo que se basa, según el rol que desempeña en los distintos contextos.
En esta comprensión de sí mismos, influyen las experiencias que se derivan del grupo familiar y de los vínculos sociales en general, que
canalizan el entrenamiento que da lugar a la adquisición de destrezas, hábitos, creencias y normas que guían sus conductas, constituyendo la primera
base sobre la que se forma la autoestima.
La autoestima es un aspecto clave para el bienestar de los adolescentes, que conlleva al logro de una imagen positiva de sí mismos que les
brinda confianza y seguridad, además les permite solucionar los problemas de manera realista, con honestidad y sin ponerse a la defensiva, facilitando
una adecuada adaptación socioemocional. Por otra parte, la importancia de lograr esa imagen positiva de sí mismo tiene mucho en común con el
concepto de autoeficacia, que en palabras simples se refiere a la creencia que tiene un individuo de poder dominar una situación con resultados
positivos.
El adolescente libra dos luchas, una por la reconstrucción de su realidad psíquica (mundo interno) y la otra por la reconstrucción de sus
vínculos con el mundo externo, ambas luchas se relacionan una tercera que es básica en su vida: la lucha por la identidad, que tiene un fin fundamental:
"ser uno mismo en el tiempo y en el espacio, en relación con los demás y con el propio cuerpo”.
Para Dina Krauskopf, las identificaciones son un medio primario de la especie humana que permite transmitir y aprehender patrones y valores
culturales, brindando fuentes de organización que posibilitan la conducta de las personas. En la construcción de la identidad, a partir de las
identificaciones previas, se va más allá para entrar en procesos de individuación con diferenciación de figuras significativas, logrando la identidad
personal o la identidad del yo; que permite articular el sentido de la vida, el reconocimiento recibido y las pertenencias sociales del sujeto. Asimismo
involucra reproducción social y proyección social.
La identidad sustenta la expresión de comportamientos, sentimientos y relaciones dentro de los contextos sociales específicos. No obstante,
existen tareas implicadas en este proceso como: el duelo, el auditorio imaginario, independencia –autonomía, transformación intelectual, ritos del
pasaje, participación social y proyecto de vida.
Aunado a lo anterior es importante aceptar y ajustarse a los cambios del propio cuerpo, independizarse de la autoridad del adulto, aprender
un rol sexual adecuado, alcanzar un status socioeconómico adulto y desarrollar un sistema de valores.
Los cabios de actitud, gustos variables y las experiencias de riesgo en los adolescentes provocan inquietud en los adultos, que frecuentemente
lo relacionan con una personalidad inestable. No obstante, es importante recordar que el periodo de desarrollo de la adolescencia está enmarcado por
la exploración y los comportamientos justamente generadores de riesgo, que pueden comprometer la supervivencia y el proyecto de vida del individuo.
Estas actuaciones son respuesta a las dificultades que puede experimentar el adolescente y que buscan satisfacer sus demandas y su sensación de
carencia de apoyo.
Generalmente, estas conductas se etiquetan como rebeldía; sin embargo, detrás de cada adolescente hay una historia de angustia que se disfraza
con conductas de riesgo. Es importante comprender, que por su inmadurez cognitiva ni siquiera entienden que está sucediendo o cuáles son sus
malestares, entonces, su manera de reaccionar es también confusa y se presta para que sus figuras afectivamente importantes los malinterpreten.
Este comportamiento de los adolescentes es un grito desesperado que pone en escena su inconformidad, es su manera de hablar a los otros;
no obstante, los otros en muchas ocasiones no logran descifrar los mensajes, generando la manifestación de un conflicto inconsciente en un lenguaje
de acción, donde una "conducta mal adaptativa, indica en su aspecto simbólico, estados conflictivos internos y organizaciones yoicas deficientes".
Algunos autores plantean la posibilidad de considerarlo con un fenómeno típico del adolescente, denominándolo Síndrome de la Adolescencia Normal,
que revela un tipo de vinculación con el mundo, una manera de comunicarse, que se convierte en un tipo particular de lenguaje.
Por tanto, es imperioso que los adultos colaboren con el adolescente en la elaboración del significado de lo que está actuando para generar las
condiciones hacia la construcción de nuevos espacios que les permitan consolidar actitudes resilientes.
En definitiva, ante las transformaciones o cambios en la adolescencia, se debe tomar en cuenta cómo repercute los nuevos impulsos sobre la
imagen adolescente, cuales son los recursos y la red de apoyo con los que cuenta para enfrentarlos, siendo necesario comprender al adolescente
integralmente, propiciando pautas que consoliden su proyecto de vida de manera satisfactoria, para que puedan adquirir competencias importantes
que les permita contar con las credenciales para una inserción exitosa, donde puedan construir sus éxitos y afirmen su estima, al no buscar logros
efímeros y pseudogratificaciones.
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