Page 205 - Historia de la civilización peruana contemplada en sus tres etapas clásicas de Tiahuanaco, Hattun Colla y el Cuzco, precedida de un ensayo de determinación de "la ley de translación" de las civilizaciones americanas
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HISTORIA DE   LA  CIVILIZACIÓN PERUANA       201

     colonial copió por lo que respecta a su extensión  y  linderos,  el
     antiguo territorio federal incaico.
         La provincia del Cuzco de nuestros días, es la menor de las
     doce comprendidas en el actual departamento de su nombre.
         Su extensión es de 305 kilómetros cuadrados, poblados por
     46.757 habitantes, de los cuales 19.823 corresponden a la capital
     propiamente dicha.
         Constituyen su área la quebrada del Guatanay, cuya bondad
     tuvo la virtud de reatar en el lugar a los Ayares fundadores de
     la liada  y  del imperio.
         La ciudad moderna ocupa el extremo Norte de ella.
         Crúzala de N. a S. el riachuelo de igual manera denominado
     Guatanay.
         Rodéanla cerros que la protegen contra el cierzo cordillerano
     y  hacen de la hoya en que está edificada una suerte de vientre
     cóncavo  y  fecundo, situado a 3.488 metros de elevación sobre el
     nivel del mar,  y  así  y  todo, dotado de un clima apacible  y de-
     leitoso durante una buena mitad del año,  y  no sobradamente ri-
     guroso durante la otra mitad antumno-invernal.
         Su población nativa, debido a sus orígenes, constó de cierto
     número de aillos mayorazgos (hilas, o collanas), extraídos de los
     cuatro ayares clásicos, los cuales, por razón de su procedencia,
     supieron de las costumbres y  tradiciones de las gentes del lago,
       %
     de la montaña, de la puna y  de la costa marítima; aillos mayo-
     razgos, decimos, cuyos individuos se conocieron con el nombre de
     “ningrizapas”, que el uso vulgar convirtió andando el tiempo en
     ingrizapas, ingazapas, e ingas, pero cuya significación fue  los
     Orejones.
         Aquella casta privilegiada pobladora de la liada federal, den-
     tro de sus respectivos barrios, se diferenció del común de regní-
     colas, en lo físico, por el detalle de la oreja agrandada en pro-
     porciones inverosímiles; en lo moral, por la superioridad que  el
     ejercicio del mando suele imprimir en las clases dirigentes de
     toda colectividad; y  finalmente, en lo lingüístico, por  el uso de
     una lengua hermética, desconocida del común de regnícolas  y súb-
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