Page 206 - Historia de la civilización peruana contemplada en sus tres etapas clásicas de Tiahuanaco, Hattun Colla y el Cuzco, precedida de un ensayo de determinación de "la ley de translación" de las civilizaciones americanas
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       ditos del imperio, que antójásenos haber sido el collaguas o (lima-
       ra arcaico hablado antaño por las clases dirigentes de Tiahuana-
       co; lengua que el ayar de los Capaes llevaría consigo, como cosa
       propia, de la esfera del lago de que fué originario a la fundación
       del Cuzco.
            Los mencionados orejones cuzqueños, oriundos según está di-
       cho de la montaña, de la puna, de la costa marítima  y  de las orillas
       de la laguna maternal de Titicaca, velaron en la llacta cuzqueña,
       centro político  y  religioso que fué del imperio, por los fueros pro-
       vincianos de los respectivos suyos de que procedieron:  el Anti-
       suyo, el Cuntisuyo, el Chinchasuyo  y  el Collasuyo.
           De suerte que el Cuzco fué, no precisamente un cerebro uni-
       sensible  y  unipensante, abierto a un único linaje de solicitaciones,
       cual solemos representarnos a Roma antigua, sino, diremos, un
       cráneo en que hubo alojados cuatro cerebros, intento, cada uno de
       ellos, en percibir sensaciones afines  y  en transmitirlas a la dila-
       tada y  cuadripartita anatomía del imperio.
           Sólo así cabe explicar el funcionamiento armónico, nunca in-
       terrumpido, nunca en contradición con sus propios orígenes, in-
       variablemente ecuánime  y  paternal de un gobierno que, no obs-
       tante, tuvo que ver con una suma de elementos provinciales di-
       ferentes.
           Allí donde un gobierno unitario habría fracasado irremisi-
       blemente, uno de índole federativo dió frutos de vida  y  de acción
       imperecederos.
           Cuzcan, cuyo sentido literal es “el medio o el centro de una
       cosa”, expresó no precisamente, una ciudad central, sino el centro
       de un territorio, del cual formaron parte la ciudad propiamente
       dicha y  la provincia que la contempló; habitadas, ciudad y  pro-
       vincia, por la casta privilegiada de los Orejones.
           Cuando los habitantes de los cuatro suyos clásicos, refirién-
       dose al mencionado territorio central, dijeron, cúzcan, voz que los
       españoles convirtieron en Cuzco, se refirieron, en tesis general,
       al dicho distrito federal central,  y  en forma más allegada, al ha-
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