Page 238 - Historia de la civilización peruana contemplada en sus tres etapas clásicas de Tiahuanaco, Hattun Colla y el Cuzco, precedida de un ensayo de determinación de "la ley de translación" de las civilizaciones americanas
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indios tenían por las cosas del Cuzco, aun tratándose de cosas me-
nudas, que si dos se topaban en un camino, el uno que viniese del
lado del Cuzco y el otro que viniese en sentido contrario, éste ce-
día la calzada a aquél, venerando en esa forma lo que pudiese
traer en su persona del ambiente de la ciudad imperial.”
La llegada de las caravanas venidas de los cuatro confines
del imperio a los ceques que formaron una a modo de circunvala-
ción sagrada y emocional en derredor de la urbe, ha debido coin-
cidir con la celebración de los raimis y festividades más solemnes
del año incaico, cuya descripción nos ha conservado Polo de On-
degardo.
Las turbas que tomaron parte de aquellas peregrinaciones na-
cionales no han debido ser admitidas en el recinto de la urbe im-
perial, sino después de que hubieron saciado las hambres y las
sedes de sus largas travesías.
Venidas, aquéllas, de los cuatro confines del imperio, por los
caminos por los cuales los cuatro suyos clásicos se comunicaron
con la ciudad imperial, ellos, en cuyo sentir repercutían las cos-
tumbres y las idealidades de la montaña, de la puna, del lago y de
la costa, veíanse reunidas en un ambiente de indecible abundan-
cia y regocijo ; en una suerte de crisol convivial de las aptitudes
nacionales, en que, del mutuo tratarse, nación con nación, raza
con raza, aillo con aillo, e individuo con individuo, nacería la com-
penetración de las almas y de los caracteres, camino de un estan-
darte de nacionalidad venidera.
Lográbase en tal forma el objeto para el cual fueron idea-
das las jaujas peruanas.
Orejones de los cuatro barrios privilegiados de la ciudad, y
simples regnícolas procedentes de los cuatro confines del imperio,
vivientes y difuntos, entendiéndose por éstos últimos las momias
tutelares de las diferentes colectividades adíales allí congregadas,
fraternizaban en el valle de los sabrosos ágapes y de las libacio-
nes sin cuenta.
Las fuentes de sabrosos potajes, fuertemente condimentados
con ají, los qqueros colmados de embriagadora chicha eran pre-