Page 55 - Historia de la civilización peruana contemplada en sus tres etapas clásicas de Tiahuanaco, Hattun Colla y el Cuzco, precedida de un ensayo de determinación de "la ley de translación" de las civilizaciones americanas
P. 55
HISTORIA DE LA CIVILIZACIÓN PERUANA 51
sintieron a los Protocollaguas asumir el papel de conquistadores,
determinados grupos de aillos mitayos, o trashumantes, compren-
didos en las mitas, o “turnos” de emigración, desprendidos de
las clases labriegas o militares del Estado, se encargaron de reba-
sar hacia Oriente y Occidente en demanda de tierras yungas y
chaupinyungas (tropicales y semitropicales) de cuya extensión no
se tiene noticia exacta.
Contuvo el que hemos denominado solar de los Proto-
¿
collaguas, en proporción aceptable, los elementos de vida agrícola
y pastoril de que hubo menester su población para subsistir?...
Cabe decir que sí, siempre que se considere que no hubo en
el mundo población más sobria ni más espartanamente austera
que la protoeollagua.
Aquellos elementos fueron la quinua, la cañagua, la coca, la
oca, la papa serrana, ciertas variedades de maíz y la carne de
llama y de guanaco, reducida a charqui o tasajo.
Flaca despensa, si se quiere, aun tomando en cuenta las con-
diciones de extraordinaria sobriedad de sus individuos.
De allí la necesidad de reforzar, por una parte, mediante el
aditamento de las producciones de los valles yungas y lupacas co-
lonizados por los mitayos desprendidos del altiplano, y por otra,
mediante la azoisación por medio del guano, de los productos de
la agricultura andina.
Parece ser que las humanidades todas, durante el plazo de
su desarrollo, experimentaron la necesidad de azoar el organismo
de sus individuos.
Los andinos resolvieron al punto, si no materialmente, me-
diante el consumo del pescado, que no tuvieron a mano, por re-
percusión.
Las aves guaneras de las orillas del Pacífico consumieron
la cantidad de peces que les hubiese convenido consumir a los
•andinos de tierras adentro, y la devolvieron a las capas de las
islas a que se acogieron para dormir, en la forma de deyecciones
fuertemente azoadas.
El andino, guiado por el instinto, bajó de sus breñas natales