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LA LEY DE LA ARMONÍA
Esta es la explicación mecánica de la Ley de la Armonía, mucho de lo cual ustedes
conocen, pero mucho de lo cual es nuevo. Ustedes saben que cada electrón en el Universo
está en movimiento. A pesar que una piedra o un árbol, o un mueble, parecen estar
estáticos, cada átomo y cada electrón de los que integran esos átomos, tienen en sus
centros una luz. Esta luz es la Llama triple de ese foco de vida y está vibrando. El número
de pulsaciones por segundo es lo que determina la rata vibratoria de cualquier cosa. La
acción vibratoria muy lenta es lo que hace aparentar que una cosa sea estática, pero con
los instrumentos modernos vemos un objeto tan amplificado, que se puede ver su
movimiento constante, fluctuando y emitiendo rayos de ondas luminosas, que es lo que
llamamos radiación.
En un individuo, la acción vibratoria está determinada por su proceso mental y sensorio.
Esta forma pulsaciones de energía, o sea rayos de luz que atraviesan los cuerpos
inferiores, y que contienen un patrón que debe ser seguido o copiado por los electrones en
su expresión individual.
La conciencia imperfecta es lo que hace que un patrón imperfecto produzca vibraciones
muy lentas. Los electrones son obedientes. Esa es su característica principal, y tratan de
adaptarse al patrón que se les impone; por lo tanto la rata vibratoria de la persona es tan
lenta que lo sitúa poco más o menos al nivel del animal.
El estudiante consciente llega a un punto en que tiene que, imprescindiblemente, dirigir
conscientemente el volumen y el movimiento de sus emociones, o sea el patrón de energía
para sus electrones obedientes, con tal precisión como regula el dial de su radio; el
termostato de su aire acondicionado, de su homo o de su nevera.
Generalmente el hombre cuando se despierta por la mañana, recorre el cuadro normal de
su día. Recuerda todo lo que tiene que hacer, y lo recuerda con variedad de emociones: de
apuro, de ira, de impaciencia, de sentimentalismo; la madre siente y vibra emotivamente con
todos los problemas de los hijos; el hombre de negocios con todos los problemas de su
empresa; cada uno con su propio patrón, y desde ese mismo momento comienza un patrón
de emociones violentas, de cambios convulsivos, todos incontrolados, incesantes,
instantáneos. Para regular la temperatura de su oficina o de su dormitorio el hombre ajusta
con sumo cuidado el termostato para que le produzca un clima agradable, cómodo, igual y
sabroso, ni demasiado frío ni demasiado caluroso. Pero en el clima de su vida toda, prefiere
gobernarla de acuerdo con el incentivo de cada momento o la provocación de cada cosa
que vaya llegando.
Los electrones no pueden adaptarse a este capricho. Lo que se les impone son impulsos
electrónicos y el desorden es espantoso. Se descontrolan todos los sistemas del organismo
y de la, vida entera del individuo. Sean el sistema económico, el de la salud, propia o de los
seres más allegados, el del orden mental, el del carácter o humor propio y de los lujos, el
comportamiento del servicio, de los compañeros de trabajo, de las amistades, de los
empleados, del carro, de los teléfonos, de todas las dependencias, todos son sistemas que
dependen de nuestros patrones electrónicos y que gobiernan nuestras vidas y nuestros
mundos. Son patrones de vibraciones que cada uno lanza e impone a su propio sistema de
electrones. Para poder computar un porcentaje, una suma de valores, un nivel general, o
como se dice hoy: "un average" de un patrón totalmente desordenado, caprichoso fluctuante
hasta la exageración, imposible de seguir ni de catalogar la maquinaria electrónica de
nuestro mundo individual, o sea nuestra corriente de vida, trabajando con grandes
desventajas, se hace muy lenta, muy retardada. El individuo, en su próxima vida, será un
retardado.
El hombre es superior al animal porque dispone de raciocinio, inteligencia y libre albedrío,
para manejar sus sentimientos, pensamientos y emociones. Esas son las tres dimensiones
en que vive. Pero si éi no aprovecha estas tres dimensiones, ni las domina, las gobierna,
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