Page 70 - METAFÍSICA 4 en 1 edicion 1 y 2
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SI LO QUE TE VOY A REFERIR TE ES IMPOSIBLE CREERLO AHORA, DÉJALO PASAR. PERO NO TE
          AFERRES EN AFIRMAR QUE NO PUEDE SER VERDAD, no sea cosa que cuando lo estés afirmando se te
          despierte una célula dormida y VEAS aquello que estás negando. ¡Qué compromiso! ¿Cómo haces entonces
          para tragarte tus propias palabras?
           El Reino Elemental se compone, hermano, ¡de los cuentos de tu infancia! Todo aquello que tú creías y que
          luego desechaste como pueril, infantil, fantasías de niños, resulta ser lo que dijo el Maestro Jesús: ―Dejad que
          los niños vengan a mí, porque de ellos es el Reino de los Cielos!‖ El Reino Elemental, hermano o hermanita
          mía, comprende las hadas, los gnomos, los silfos, las ondinas, las salamandras, y ¡cuidado!: No se te ocurra
          negarlos  porque  mientras  los  repudies  no  lograrás  verlos!  Feliz  aquel  a  quien  se  le  despierten  sus células
          dormidas, y que no esté aferrado a sus creencias materiales, mortales, porque verá al Reino de los Cielos!!!
          Ese es el que goza de las Bienaventuranzas número Uno y Seis (Igual a Siete), o sea:
                 1-  Bienaventurados los pobres en el espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos.
                 2-  ¡Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios.
          Los ―pobres en el espíritu‖ no es lo mismo que los ―pobres de espíritu‖. Los traductores de la Biblia, como no
          eran ni ―pobres en el espíritu‖ ni ―limpios de corazón‖, no sabían lo que esto significaba y la traducción fue
          errada. Los pobres en el espíritu son aquellos que no están cargados de riquezas intelectuales que les impidan
          creer la inocencia del Reino. Todo aquel que enrosca el labio con una sonrisa sarcástica ante los ―cuentos de
          hadas‖ que vamos a referir, son ―ricos‖ a quienes les costará mucho entrar al Reino de los Cielos; tanto como
          a un camello entrar por el ojo de una aguja.
           ¡Pobres! ¡No gozarán de ver a los gnomitos en su tarea diaria, ni a las ondinas destilando el agua con que
          nos saciamos la sed y bañamos nuestros cuerpos, y regamos nuestros jardines! ¡Comerán sus frutas sin amor,
          cortarán las rosas sin amor! ¡No verán las hadas tejiendo sus chinchorros del aire y meciéndose a la brisa! ¡No
          conocerán a los gnomos fabricando hojas, tallitos de grama, pétalos de flores, granitos de tierra! ¡Todo esto
          seguirá siendo películas de Walt Disney para aquel ricacho en el espíritu que tenga sucio el corazón!
           ¿Alguna vez te ha ocurrido ver unos puntitos de luz como gusanitos que se retuercen en el aire? Esos son
          los hijitos más chiquititos del Padre. Son Elementales que aún no les ha sido adjudicada una tarea. Cuando se
          hayan saciado de jugar en la luz, ellos mismos buscan algo en que ocuparse, y los Devas y Arcángeles los
          enseñan. Aprenden a imitar agua, fuego, aire, tierra, flores, hojas, tallos, frutas, partículas por supuesto, pero
          ellos sólo tienen una inteligencia rudimentaria, un don de imitación que los hace transformarse en aquello que
          ven. Pero cuando por fin aprenden a convertirse en su objetivo y que lo reproducen a perfección en olor, color,
          forma,  textura  y  duración,  ejercen  su  tarea  por  Siglos.  Ellos  encarnan  la  Paciencia  Infinita.  No  conocen el
          tedio, aunque sí conocen lo que es sentirse mal, incómodos, soportando un ambiente para el cual no nacieron,
          como es el tener que reproducirse en la inmundicia que dejan los humanos en el agua, en la tierra, entre el
          crimen, el odio, la vergüenza, el egoísmo. Ya que el premio que ellos acostumbran esperar es la aprobación y
          el amor de los humanos. Ellos sí se sublevan ante el desamor y la ingratitud de aquellos a quienes sirven, y
          esos son los cataclismos, los terremotos, los huracanes, las inundaciones, y todas las desgracias provocadas
          por la Naturaleza y que no son sino la rebeldía de elementales desesperados.
           Ámalos, alábalos, exprésales las gracias, en especial al elemental que tiene la tarea de formar de nuevo tu
          cuerpo en cada encarnación, y de mantenerlo en buen estado de funcionamiento, para que no seas de los que
          participen en  futuros  desastres  naturales,  y  para  que  el  elemental  de  tu cuerpo te tome cariño y te atienda
          bien, te mantenga sano y hermoso.

































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