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POBREZA MADE IN USA
Kenneth Surin
“El sueño americano está convirtiéndose rápidamente en el espejismo americano”.
En diciembre del año pasado, el Relator Especial de las Naciones Unidas para la pobreza extrema y los dere-
chos humanos, el profesor Philip Alston, emitió un comunicado sobre su misión de investigación, que había
durado quince días, en algunas de las barriadas más pobres de EE. UU. Alston, autor de la frase citada en el
subtítulo de arriba, es un australiano que es profesor de derecho en la Universidad de Nueva York. Durante
su misión, visitó Alabama, California, Virginia occidental, Texas, Washington DC y Puerto Rico. La mayor par-
te de los medios dominantes han ignorado las declaraciones de Alston sobre la pobreza y desigualdad en EE.
UU. Alston tiene todo un historial de constante imparcialidad, lo que hace que esas declaraciones sobre la
pobreza estadounidense sean aún más creíbles.
Al pedirle que comparara EE. UU. con
otros países, Alston aportó una muestra
representativa de comparaciones estadísti-
cas que vale la pena mencionar (En algu-
nos casos, he complementado las compa-
raciones de Alston con datos de otras
fuentes.):
Hay numerosos indicadores que confirman
que EE. UU. es uno de los países más ricos
del mundo. Gasta más en defensa nacional
que China, Arabia Saudí, Rusia, Reino Uni-
do, Indica, Francia y Japón juntos.
El gasto per capita estadounidense en sa-
nidad es el doble de la media de la OCDE y
mucho más alto que en todos los demás
países. Pero hay muchos menos doctores y
camas de hospital por persona que en la media de la OCDE. Las tasas de mortalidad infantil en 2013 fueron
las más altas del mundo desarrollado.
Por término medio, los estadounidenses tienen una expectativa de vida menor y sufrirán más enfermedades
que las personas que viven en cualquier otra democracia desarrollada, y continúa ensanchándose la “brecha
de la salud” entre EE. UU. y los países de parecido nivel. Los niveles de desigualdad en EE. UU. son mucho
más altos que en la mayoría de los países de Europa. Las enfermedades tropicales desatendidas, incluido el
Zika, son cada vez más comunes en EE. UU. Se ha estimado que 12 millones de estadounidenses viven con
una infección parasitaria no tratada. Un informe de 2017 documenta la prevalencia de anquilostoma en el
condado de Lowndes, Alabama.
EE. UU. tiene la mayor prevalencia de obesidad del mundo desarrollado. En términos de acceso al agua y sa-
neamiento, ocupa el puesto 36º del mundo. EE. UU. tiene la tasa de encarcelamiento más alta del mundo,
por delante de Turkmenistán, El Salvador, Cuba, Tailandia y la Federación Rusa. Esta tasa es casi cinco veces
mayor que la media de la OCDE.
La tasa de pobreza juvenil en EE. UU. es la más alta de toda la OCDE, con la cuarta parte de los jóvenes vi-
viendo en situación de pobreza, comparado con menos del 14% de la OCDE. El Centro Stanford para la De-
sigualdad y la Pobreza clasifica a los países más ricos en términos de mercado laboral, pobreza, red de segu-
ridad, desigualdad en la riqueza y movilidad económica. EE. UU. se sitúa el último de los diez países más ri-
cos. En la OCDE, EE. UU. ocupa el puesto 35º de 37 en términos de pobreza y desigualdad. Según Alston, 19
millones de personas vivían en 2017 en la más profunda pobreza (el ingreso total familiar está por debajo de
la mitad del umbral de la pobreza). Según la Base de Datos de la Desigualdad Mundial en los Ingresos,
EE.UU. tiene el coeficiente Gini (que mide la desigualdad) más alto de todos los países de Occidente.