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Miércoles 29 Agosto 2018

                                          ti me apoyé desde las entrañas de mi
        te. Le habla al oído, le expresa su   madre; desde el ceno materno fuistes
        amor, le propone una misión, le   mi protector.                                     R.
        garantiza su acompañamiento y su
        ayuda. Jeremías llega a ser Palabra   Mi boca anunciará incesantemente
        del Dios que está siempre con él, y   tus actos de justicia y salvación. Dios
        le da la fuerza y la confianza para   mío, tú me enseñaste desde mi juventud,
        llevar a cabo su misión. Jeremías   y hasta hoy he narrado tus maravillas. R.
        tendrá sus dudas, será incompren-  o de la feria:  Sal 127,1-2.4-5
        dido, perseguido, acusado, reprimi-
        do, ignorado... pero Dios es quien            ALELUIA
        guía su vida. Dios... le dirige su Pa-         Mt 5, 10
        labra, se le hace cercano, le hace oír
        su voluntad, lo que espera de él. Lo   Aleluia. Felices los que son perse-
        conoce íntimamente, como nadie    guidos por practicar la justicia, porque
        jamás lo puede conocer; sabe cómo   a ellos les pertenece el Reino de los
        es y qué puede esperar de él. Y por   Cielos. Aleluia.
        eso lo consagra como profeta. La             EVANGELIO
        llamada de Dios es exigente. Pide lo   Evan ge lio de nues tro Señor Jesu cris to
        mejor de Jeremías. Se lo pide todo.    se gún san Marcos 6, 17-29
        Una confianza sin límites. Y Dios lo
        llena de sus dones. Jeremías es to-  Herodes, en efecto, había hecho
        cado por la mano de Dios, es con-  arrestar y encarcelar a Juan a causa
        sagrado por Dios y recibe de Él su   de Herodías, la mujer de su hermano
        Palabra. Le comunica su fuerza ante   Felipe, con la que se había casado.
        las dificultades. Y le promete su   Porque Juan decía a Herodes: “No te
        asistencia. Juan el Bautista fue un   es lícito tener a la mujer de tu herma-
        profeta según la línea y el estilo de   no”. Herodías odiaba  a Juan e inten-
        Jeremias. El mayor profeta según   taba matarlo, pero no podía, porque
        las palabras de Jesús (Lc 7,26).  Herodes lo respetaba, sabiendo que era
                                          un hombre justo y santo, y lo protegía.
                                             Un día se presentó la ocasión favo-
                   SALMO                  rable. Herodes festejaba su cumplea-
        Sal 70, 1-2. 3-4a. 5-6b. 15ab y 17   ños, ofreciendo un banquete a sus dig-
                  (R.: cf. 15)            natarios, a sus oficiales y a los notables
       R. Mi boca anunciará tu salvación.  de Galilea. La hija de Herodías salió a
                                          bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus
         Yo me refugio en ti, Señor, ¡que nun-  convidados, que el rey dijo a la joven:
       ca tenga que avergonzarme! Por tu jus-  “Pídeme lo que quieras y te lo daré”.
       ticia, líbrame y rescátame, inclina tu   Y le aseguró bajo juramento: “Te daré
       oído hacia mí, y sálvame.                  R.  cualquier cosa que me pidas, aunque
         Sé para mí una roca protectora, tú   sea la mitad de mi reino”. Ella fue a pre-
       que decidiste venir siempre en mi ayu-  guntar a su madre: “¿Qué debo pedir-
       da, porque tú eres mi Roca y mi forta-  le?”. “La cabeza de Juan el Bautista”,
       leza. ¡Líbrame, Dios mío, de las manos   respondió esta. La joven volvió rápida-
       del impío!                                          R.  mente adonde estaba el rey y le hizo este
                                          pedido: “Quiero que me traigas ahora
         Porque tú, Señor, eres mi esperanza   mismo, sobre una bandeja, la cabeza de  89
       y mi seguridad desde mi juventud. En   Juan el Bautista”. El rey se entristeció
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