Page 11 - Diego Agüero - El Diario de Jeremy
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De pronto empecé a sentir cómo el cuerpo se me adormecía… Piernas y brazos ya no
                  responden. Caigo lentamente al piso, mientras cierro mis ojos y siento que me hundo en un
                  sueño profundo.

                  —Eh, vení.
                  Le gritó un vagabundo a un niño que iba caminado asustado por la calle. (Pareciera que escapa
                  de alguien). Ha empezado a correr. ¿Tendrá miedo? Tengo que ayudarlo.

                  —Niño ¡Ey! Quiero gritarle, pero la voz no sale de mi garganta.

                   El lugar se desvanecía como la niebla y el entorno comenzaba a aclarase. Unas voces se oían a
                  lo lejos:
                  —¡Ya dejá de correr, niño!

                  —¡Vení,  no vamos a hacerte nada!

                  —¡JEREMY! Vení, por favor, Jere…my…

                  De golpe, empecé a ver como sombras con forma de mano que salían de la mismísima nada…
                  Siento que me tironean de los brazos y de las piernas. Mi corazón no para de latir. Cualquier
                  persona que hubiera estado al frente de mi lo hubiera escuchado sin ningún problema. Cada
                  vez respiraba mucho más agitado. El miedo me consumía. Mi corazón parecía latir cada vez
                  más espaciado. Poco a poco, se va apagando. El miedo sigue consumiendo mi cuerpo. Cierro
                  los ojos una vez más. Los abro y me doy cuenta de que estoy tumbado en el piso, con un dolor
                  de cabeza increíble. Solo me queda levantarme y pensar en lo que acababa de pasarme.
                  Empiezo a caminar por los lugares que he conocido en este tiempo; la verdad que ya ni
                  siquiera sé cuánto tiempo llevo en este lugar.

                  Decidí entrar en una de las tres casas ya que estaba muy cansado. (No importaba cuál porque
                  las tres son iguales, sin ningún objeto diferente). Me acosté en la cama del niño porque me
                  sentía más familiarizado con él, por así decirlo. Me quedé mirando el techo por horas, creo.

                  Un ruido empezó a sonar
                  —¿Un ruido en este lugar?

                  Fui a verificar de dónde salía ese sonido. El televisor estaba encendido, sin señal, con estática.
                  Veo una imagen clara saliendo de el

                  —El televisor: ¿encendido…? ¡Creí que en este lugar no había electricidad! ¿Qué pasa con esta
                  cosa?

                  Aunque intente apagarlo, no se apaga. Si lo desenchufo, pasa lo mismo. Se siente como una
                  estática saliendo del televisor.

                  Me quedé viendo el aparato, sentí que era lo correcto. Me acerqué más al televisor y decidí
                  tocar la pantalla. Me sorprendió  ver que mi mano pasaba a través de ella como por una
                  ventana. La saqué rápido de ahí y me quedé pensando, intenté hacerlo de nuevo pero ya no
                  pasaba, debo haberlo alucinado.
                  —¿El diario…? ¡Mierda! ¿Dónde carajo lo dejé? (Pensá, pensá…). Recordé que lo dejé fuera de
                  casa donde había despertado.

                  —Debo volver por el diario.



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