Page 12 - Diego Agüero - El Diario de Jeremy
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Cuando me acerqué a la puerta, el ruido dejaba de sentirse. Me alejaba de ella y volvía a sonar.
                  Me acercaba y lo dejaba de hacer; parecía absurda la forma en cómo me hacía mover el sonido
                  de un televisor sin señal. Creí que el aparato intentaba llamarme. Luego reflexioné: ¿un
                  electrodoméstico llamándome…? ¡Debía estar volviéndome loco! Pero no tenía más opciones,
                  me fui hacia el televisor.

                                                         (Vídeo)



                  Después de estar un largo rato observando. La estática se desvaneció y de ese silencio  surgió
                  un sonido que luego se convirtió en una tranquila música instrumental. Las calles, los edificios
                  surgían y el vídeo empezaba sin vueltas. La filmación mostraba a un niño chiquito que estaba
                  perdido. La gente intentaba comunicarse con él, pero el niño los ignoraba y seguía su rumbo.
                  De tanto caminar llegó a esos pasillos sombríos de callejones hechos por los edificios de la
                  cuidad. El niño se metió en una esquina de un contenedor de basura y empezó a murmurar
                  pero no se le escuchaba. Aunque poco a poco empezó a hablar más fuerte y decía:
                  —Estúpido Jonathan, quién se cree que es…Ya verá cuando sepa cómo volver a casa.

                  Al llegar la noche el niño decidió irse. Caminaba por las desoladas calles, ni una sola persona se
                  veía a su alrededor; el niño seguía caminando como si no supiera a dónde ir, de la nada
                  empezó a correr rápido, las lágrimas volvían a salir. Corrió hasta dos calles perpendiculares, se
                  tropezó y cayó en medio del asfalto, de cara al pavimento.

                  —Esto es increíble (decía el niño mientras se levantaba).
                  Dos luces se acercaban al niño cada vez más rápido. Cuando el niño reaccionó con las luces del
                  auto, era demasiado tarde y el vehículo le había atropellado.

                  El vídeo empezó otra vez, pero ahora solo mostraba la imagen de un adolescente, tirado en el
                  suelo, intentando arrastrarse hacia la puerta de la salida con una libreta en la mano izquierda.
                  Dejó de moverse cuando llegó al marco de la puerta.
                  El vídeo terminó sin preámbulos, ni créditos y el televisor se apagó.



                  —La casa me parecía familiar aunque no sé por qué. ¡El diario… tengo que ir a buscarlo!

                  Me desesperaba no volver a encontrar el vídeo en la pantalla del televisor, pero pensé que tal
                  vez el diario sería mucho más importante. Cuando lo encontré, entré de nuevo a la casa y me
                  quedé parado en la puerta ya que las piernas se me paralizaron sin ningún motivo, solo no se
                  movían. Pero sí podía mover los brazos y las manos. Así que decidí terminar de leer el diario:




















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