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En el futuro se espera que las grandes empresas incorporen esta modalidad para
la elaboración de sus productos. Como ejemplo actual podemos citar la utilización
por parte de algunas empresas de envases de vidrio. El consumidor que elige
estos envases está propiciando una menor generación de basura (los envases de
vidrio son reutilizables) y una menor contaminación, ya que el vidrio se degrada
casi diez veces más rápido que el plástico.
Fomentar un consumo responsable es entender que los recursos naturales no son
renovables y que las generaciones futuras deben tener las condiciones necesarias
para poder vivir. El consumidor elige en el mercado la historia que se contará en el
futuro.
Podríamos esquemáticamente distinguir tres aspectos fundamentales o formas de
consumir que constituyen lo que se denomina consumo responsable:
El consumo ético requiere introducir aspectos valorativos a la hora de consumir o
de optar por un producto. Se hace especial énfasis en la austeridad, es decir, se
trata de discernir entre las necesidades reales y las creadas por la publicidad que
incentiva el consumo como forma de alcanzar la felicidad y el bienestar
(consumismo). Esta mirada crítica lleva a una reducción en la cantidad de
productos consumidos y por lo tanto disminuye el volumen de basura y la
contaminación que se produce en la producción y el consumo.
El consumo ecológico implica un circuito básico de producción a partir de la
reducción, la reutilización y el reciclado de los distintos productos sociales.
También se analizan los productos de origen orgánico poniendo el acento en la
generación de una agricultura y ganadería ecológicas, la opción por la producción
artesana, y todas aquellas formas de producción que no deterioren las condiciones
del medio ambiente.
El consumo social o solidario es el que tiene en cuenta las relaciones
sociales y condiciones laborales en las que se ha elaborado un producto o
brindado un servicio. Se podría incluir al comercio justo, que propone acercar al