Page 23 - Los judíos y la masonería - Pe. Nicolas Serra y Caussa, 1907
P. 23
- 23-
esté por hacer, pues también es pobre la de D. ~lariano
Tirado.
Con todo fuera injusticia negar a La Fuente buen golpe
de vista y pulso firme para dar con breves rasgos la reca-
pitulación de todas las razones fundamentales, en que pue-
de basasrse la defensa del origen judaico: calendario, ritos,
alegorías, denominaciones, naturaleza y particularidades
del carácter judío, situación, circunstancias, procederes
usuales, costumbres, pasiones, vicios, fines y esperanzas de
ese pueblo, todo se halla sobria y enérgicamente compendia-
do. No es de extrañar que en ese alarde de fuerzas o pro-
banzas, el autor, lleno de confianza, prorrumpa en involunta-
rias exclamaciones, que denotan lo firme y arraigado de una
convicción: asa raza "tiene la clave de la francmasonería";
con esto" se aclara todo lo obscuro y desaparecen los oríge-
nes misteriosos"; "la francmasonería en su principio es
una institución peculiar de los judíos." A pesar de aque-
llas pifias o desafinaciones en que sorprendimos al autor,
¿ quién al leer estas frases y reparar en el sentido enfático
del pasaje íntegro, no se goza de antemano con la perspec-
tiva de un plan fijo, sabiamente combinado y ricamente de-
l ' desenvuelto? Quien acaricia tal ilusión, no contaria con
la huéspeda, es decir, con La Fuente, el informal de siem-
pre. El cual después de referirnos varias atrocidades de los
judíos perpetradas en épocas muy distantes entre sí, de im-
proviso los hace desaparecer de la escena española como
figurantes de tres al cuatro. Y el plan se desvaneció, y
nuestras ilusiones lo mismo. .Así es el hombre: propone, se
olvida, no prueba y se va por otro camino ejerciendo de
maestro y de gracioso.
De todos modos, para agregarlos a la cuenta. general que
hemos de llevar a los semitas deicidas, es preciso marcar
sumariamente sus proezas conmemoradas por La Fuente.
En el siglo II el Concilio dé níberis prohibe las supers-
ticiones fomentadas por los judíos entre los cristianos. Se
organizaron después en sociedad secreta, hasta que Sise-
buto los obligó a rebautizarse o expatriarse, y no mejorando