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el auto y sentir un fuerte ardor en los ojos que me obligó a orillarme y
descansar.
No sé cuánto tiempo me quedé dormida, pero desperté para seguir el
camino casa, aunque no recuerdo todo el trayecto. Ya en la ducha, ago-
tada física, mental y emocionalmente, me quede dormida otra vez. Des-
perté de un salto, asustada, con el sonido del monitor de signos vitales en
mi cabeza. “Ya se acabó, ya se acabó” me dije a mi misma, intentando
tranquilizarme. Bueno, al menos, la primera guardia.
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