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En cualquier caso, parecía una película de terror, tanto dentro del hos-
pital con la situación ya descrita, y afuera con las calles vacías, por el
confinamiento de la población. La ciudad se sentía muerta.
Mi primer turno en dicha dependencia fue pesado, dado que el piso
estaba lleno, con pacientes críticos y en malas condiciones. Sin medi-
cación y tratamiento claro contra el virus, resultaba complicado darle
batalla. Ese día fallecieron dos de los presentes, lo cual despertó en mí la
sensación de impotencia ante la escaza posibilidad de hacer algo más al
respecto. Ni qué decir del temor inicial al cruzar el umbral de la puerta
hacia el área crítica.
Me correspondió hacerlo por un hombre de cincuenta y cuatro años
de edad, con pronóstico reservado, quien requería oxígeno a alto flujo y
posible intubación. Era necesaria una gasometría, para solicitar intercon-
sulta a otra sala, considerando que había cinco pacientes críticos en el
sitio, pero una sola cama en cuidados intensivos, siendo firme la disposi-
ción de que pasaría el más joven de los presentes, con mayor posibilidad
de sobrevivir; ese era el caso de aquel paciente, quien luego del examen
comentado, pasó a dicha unidad.
Era y sigue siendo un momento complicado para el personal de salud;
la pandemia obliga a tomar este tipo de decisiones, las mismas que no son
sencillas, dado el constante crecimiento de personas infectadas. Desde lo
logístico, el hospital llegó a extenderse hasta siete áreas covid, cada una
con capacidad de treinta y cinco personas, aproximadamente, además de
cuatro áreas de intermedios y área de cuidados intensivos de emergencia
y hospitalización.
Pero no todo es o fue malo, también hay que hablar de lo bueno. Ce-
lebramos mucho cuando un paciente salía a casa, y hubo una larga lista
de quienes lo lograron, para reencontrarse con sus familias. De hecho,
recibimos una carta de agradecimiento que decía lo siguiente: “Quiero
expresar nuestro sentimiento de agradecimiento a los profesionales que
laboran en esta prestigiosa institución en las áreas de emergencia y del
área de covid 3, ya que por su labor en el tiempo de emergencia sanitaria
y gracias a su pronto actuar, su profesionalismo y calidez humana, per-
mitieron que mi padre lograra superar su patología”.
Podría contarles estas y muchas historias, pero no me alcanzaría el
libro y los relatos que tengo para hacerlo, quizás en una próxima edi-
ción. Como médico tratante de esta enfermedad, les recomiendo que no
se expongan, utilicen medidas de protección ya conocidas, pues sólo así
estaremos bien nosotros y nuestras familias.
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