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Debo decir que los primeros meses fueron difíciles: Cambiamos de
               horario por semana, rotamos de guardia cada cierto tiempo, y vivimos in-
               contables momentos angustiantes ante el aumento de las camas y quienes
               las ocupaban. Reconozco haber creído que la emergencia duraría un par
               de meses, tal vez menos, pero qué equivocado estaba, puesto que han
               pasado más de seis meses y no existe solución efectiva ni en corto ni
               mediano plazo.

                  Y es que la organización no se detuvo, dado que con el transcurrir
               del tiempo pudimos ya establecer horarios fijos, personal de planta, y un
               grandioso equipo de trabajo liderado por la Jefa de Residentes de Medi-
               cina Interna, de la mano de la Jefa del Servicio de Cirugía, soportadas por
               una compañera que más que residente parecía posgradista, un compañero
               que sobre sus hombros tenía enorme experiencia tras haber rotado por
               Pediatría, Cirugía y Traumatología, y yo, iniciando mi camino, agrade-
               cido con ellos por todo lo que han aportado en mi formación. ¡Nada nos
               detuvo! Dentro de este escenario tan complejo, que sigue descubriéndose
               a diario. Al día de hoy, saco muestras para gasometría en menos de un
               minuto, así como también describo una radiografía de tórax y una tomo-
               grafía de forma rápida y clara.
                  Aparentemente la estadística va en descenso por ahora, quién sabe
               si en unas semanas tendremos un rebrote en la ciudad y en el país; sin
               embargo, después de pasar noches en las que se contaba con todas las
               áreas Covid del hospital llenas, afirmo que me llevo todo lo bueno de lo
               vivido, y no cambiaría nada de lo ocurrido, porque ha significado una
               enorme escuela. Por cierto, en cada nueva prueba que me realizo, el re-
               sultado sigue siendo negativo, por lo cual agradezco al cielo también,
               indiscutiblemente.

                  He observado de cerca varias de las aristas que surgieron del mismo
               punto: el miedo de terceros, compañeros de trabajo que renunciaron, mé-
               dicos que no aceptaron el trabajo por temor a lo que se informaba en los
               medios de comunicación, dolor, sufrimiento, también alegría por supe-
               rarlo. A todos aquellos que hicieron el juramento hipocrático, les acon-
               sejo que se arriesguen a dar lo mejor, para eso elegimos esta profesión,
               pase lo que pase, venga lo que venga.
                  Son tantas cosas vividas en estos seis meses que no pude elegir un
               caso especial, por eso elegí contar mi historia dentro del contexto. ¡Cómo
               es la vida! Luego de haber aceptado el trabajo, recibí tres llamadas de
               otros lugares para laborar y hubiera sido fácil abandonar el Área de Ais-
               lamiento, pero entendí que esto era para mí, donde mejor podía servir a la
               ciudad, la provincia y el país. ¡Para contar la experiencia, hay que vivirla
               en carne propia!




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