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Aterricé del viaje, contesté su inquietud, y lo arengué con animosas
palabras llenas de optimismo a seguir luchando. Me retiré de la habita-
ción, sobrecogido por sus palabras.
En fin, tengo relatos para llenar un libro entero, con los cientos de
casos atendidos, aprendiendo sobre la marcha desde todo punto de vista.
Una durísima experiencia de enorme crecimiento personal y profesional.
Cada valoración trajo consigo una lección importante, las cuáles agra-
dezco haber recibido.
Aquel hombre sabio se salvó gracias a su paciencia, sin duda, así
como al cumplimiento estricto y disciplinado del tratamiento prescrito.
En efecto, hoy es multimillonario apreciando su nueva oportunidad.
Algún momento derrotaremos a este virus que cambió el modo, la
forma y las condiciones de vida de millones en el mundo. Más que nunca,
me siento feliz y agradecido, por ser médico.
Sin salud no hay vida; sin vida, no hay nada que contar.

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