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movimientos que lucharon contra ese despojo, lo denunciaron y vislumbraron el camino de
la industrialización de nuestros recursos naturales.
La historia de la lucha por la instalación de las fundiciones en Bolivia es la historia de la lucha
por la independencia económica del país. En este emprendimiento se destacaron un
puñado de hombres admirables que jugaron un rol decisivo en el desarrollo de las
fundiciones e industria metalúrgica nacional y en la creación, un 29 de mayo de 1953, del
primer Laboratorio Metalúrgico, hoy convertido en Instituto de Investigaciones
Metalúrgicas y de Materiales, como un instrumento destinado a realizar estudios
Pirometalúrgicos y demostrar la viabilidad de las fundiciones en el país para la obtención de
metálicos a partir de minerales concentrados.
Entre estos hombres admirables se destacan el Ing. José Núñez Rosales, el Ing. Jorge
Zalesky, Mariano Peró, el Ing. José Miguel de Velasco y el Ing. Hugo Silva, todos ellos
profesores universitarios de la UMSA, con la excepción de Mariano Peró.
El Ing. José Núñez Rosales, fue Gerente General del Banco Minero desde 1949 hasta 1950 y
posteriormente Decano de la Facultad de Ingeniería de la UMSA entre 1954 y 1956. Desde
1942 este profesional se destaca por su admirable comprensión de los problemas
nacionales y de la necesidad de defenderlos planteando soluciones contra el poderío
económico y político de los Barones del estaño, que se empeñaron en convertir y mantener
a Bolivia en fuente de materias primas (concentrados de estaño) y evitar a toda costa la
instalación de fundiciones, pues estas eran parte de otros eslabones económicos e intereses
ubicados fuera del país.
Simón Patiño, además de ser uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo en ese
entonces, estaba estrechamente vinculado a los intereses del capital financiero
internacional pues era propietario también de minas en Malasia y principal socio de
fundiciones de estaño en Estados Unidos y Gran Bretaña.
En 1954, el Ing. Núñez Rosales publicó un libro que recopila más de 25 artículos de su puño
y letra publicados en el periódico “Ultima Hora” entre los años 1949 y 1950, que según sus
propias palabras reflejan los antecedentes de su tenaz lucha “por implantar en Bolivia las
fundiciones de estaño, plomo y otros minerales” enfrentándose al superestado minero de
entonces y del cual fue su víctima.
En ese empeño, el Ing. Nuñez Rosales contrató a otro ingeniero metalúrgico, el Ing, Jorge
Salezky de origen ucraniano, quien llegó a Bolivia como profesional y educador y coincidía
plenamente con Nuñez Rosales para formar una conciencia nacional en torno a la necesidad
de las fundiciones. Siendo profesor universitario de la Facultad de Ingeniería de la UMSA, el
Ing. Zalesky influenció en jóvenes profesionales, entre los que se encontraba el Ing. Hugo
Silva, quien contribuyó decididamente al fortalecimiento del Laboratorio Metalúrgico y
posteriormente a la creación de la Carrera de Ingeniería Metalúrgica. El Ing. Silva fue
además uno de los pioneros en la creación de la conciencia en torno a la necesidad de la
explotación e industrialización del hierro del Mutún.