Page 76 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker
todo corazón. Me eché a llorar (temo, querida, que creerás que
esta es una carta muy chapucera en muchos sentidos), y real
mente me sentí muy mal. ¿Por qué no le pueden permitir a una
muchacha que se case con tres hombres, o con tantos como la
quieran, para evitar así estas molestias? Pero esto es una 'here
jía', y no debo decirla. Me alegra, sin embargo, decirte que a
pesar de estar llorando, fui capaz de mirar a los valientes ojos
del señor Morris y de hablarle sin rodeos: "Sí; hay alguien a
quien amo, aunque él todavía no me ha dicho que me quiere.
"Estuvo bien que yo le hablara tan francamente, pues
una luz pareció iluminar su rostro, y extendiendo sus dos manos,
tomó las mías, o creo que fui yo quien las puso en las de él, y
dijo muy emocionado:
"Así es, mi valiente muchacha. Vale más la pena llegar
tarde en la posibilidad de ganarla a usted, que llegar a tiempo
por cualquier otra muchacha en el mundo. No llore, querida. Si
es por mí, soy una nuez muy dura de romper; lo aguantaré de
pie. Si ese otro sujeto no conoce su dicha, bueno, pues lo mejor
es que la busque con rapidez o tendrá que vérselas conmigo.
Pequeña, su sinceridad y ánimo han hecho de mí un amigo, y
eso es todavía más raro que un amante; de todas maneras, es
menos egoísta. Querida, voy a tener que hacer solo esta cami
nata hasta el Reino de los Cielos. ¿No me daría usted un beso?
Será algo para llevarlo a través de la oscuridad, ahora y enton
ces. Usted puede hacerlo, si lo desea, pues ese otro buen tipo
(debe ser un magnífico tipo, querida; un buen sujeto, o usted no
podría amarlo) no ha hablado todavía.
"Eso casi me ganó, Mina, pues fue valiente y dulce con
él, y también noble con un rival (¿no es así?) y él, ¡tan triste! Así
es que me incliné hacia adelante y lo besé con ternura.
"Se puso en pie con mis dos manos en las suyas, y
mientras miraba hacia abajo, a mi cara, temo que yo estaba muy
sonrojada, dijo:
"Muchachita, yo sostengo sus manos y usted me ha be
sado, y si estas cosas no hacen de nosotros buenos amigos,
nada lo hará. Gracias por su dulce sinceridad conmigo, y adiós.
"Soltó mi mano, y tomando el sombrero, salió del cuarto
sin volverse a ver, sin derramar una lágrima, sin temblar ni hacer
una pausa. Y yo estoy llorando como un bebé. ¡Oh!, ¿por qué
debe ser infeliz un hombre como ese cuando hay muchas chicas
cerca que podrían adorar hasta el mismo suelo que pisa? Yo sé
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