Page 170 - En El Patio Flip Book
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Arlette Pichardo Muñiz
Dos pasiones recorren la educación a lo largo de siglos y siglos: la pasión por la creatividad y la pasión por el control. La primera se vuelca al aprendizaje, la segunda a la enseñanza, la primera a la persona aprendiz con toda su riqueza y sus posibilidades, la segunda a la institución, con sus esquemas y rutinas prefijadas; la primera a la aventura de descubrir y de equivocarse para reiniciar la búsqueda, la segunda a la respuesta rígida, al señalamiento de informaciones y de modos de ser; la primera a la creación de conocimientos y la segunda al traspaso de los mismos.
Francisco Gutiérrez
La cognición, del latín cognitio, -ōnis, `conocimiento´ (http://dle.rae.es/?id=9fd0fm0 Fecha de consulta 06/06/2016) fluye de la interacción humana entre las personas y entre éstas con la naturaleza. Asmman aporta que los “procesos vitales y procesos cognitivos se han vuelto prácticamente sinónimos” (2002, p. 26).
Desde la experiencia vital de la persona aprendiente emerge su propio orden cognitivo. Enacción le llama Varela (1996), del verbo en inglés to enact, `poner algo en acción´ (http://dictionary. cambridge.org/dictionary/english/enact Fecha de consulta: 06/06/2016). Con esta noción se quiere dar cuenta que la cognición no es la representación de un mundo externo ya dado, que se reproduce a la altura de la mente como si ésta fuera una cámara fotográfica. Vale decir, una alerta frente a la noción de representación mental como explicación del conocimiento, proveniente de los canones de la modernidad. Como enfatiza Assmann de manera categórica “no existe ninguna `pantalla´ de imágenes en nuestras cabezas” ( 2002, p. 40, comillas del autor).
En el diario vivir, conocer es vivir y vivir es conocer. Conocimiento/aprendizaje se amalgaman (Maturana y Pörksen, 2004/2002, p. 38). Se conoce y se vive desde la dialógica del `ser´ y el `hacer´, diría Sen (en Nussbaum y Sen, Eds., 1993). Desde la trilogía del `tener ´, el `ser´ y el `amar´, replicaría Allardt (en Nussbaum y Sen, Eds., 1993). Max-Neef y colaboradores (1998) repostarían diciendo más bien desde la matriz del `ser´ (atributos personales o colectivos), el `tener´ (instituciones, normas, mecanismos, herramientas), el `hacer´ (acciones personales o colectivas) y el `estar´ (espacios y ambientes). Maturana (1995) brincaría; y, ¿el amor? la emoción que constituye el dominio de interacciones recurrentes en la persona para encontrar en la con/vivencia la legitimidad de su encuentro con otras. En fin, que quizás no se trate de figura geométrica alguna.
Cada persona tiene que encontrar su propio orden cognitivo, pues no existe un orden establecido y fijado “ a priori”. El orden para una persona puede ser el “des/orden” para otra y viceversa.
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