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Sueña y escribe


                            familia y su experiencia no iba más allá de su tesis

                            de grado.

                            Para ese noviembre de 2185, Izaro presentó a sus

                            maestros el trabajo final, este  sin que lo supieran,
                            fue  el  elemento  fundamental  para  que  el  virus  se
                            erradicara  del  planeta  Tierra,  aquel  devastador

                            enemigo invisible que acabó con 5 millones de vidas
                            le quedaba poco tiempo. Izaro era un joven soñador

                            que creía que si se materializan los sueños se podía
                            llegar muy lejos, y así fue. Una noche, después de
                            una larga jornada de estudio, trasnocho y casi dos

                            jarras  de  café  y  estudiar  el  último  tema  de
                            Inteligencia artificial, esa materia en la cual siempre

                            pasaba por promedio, no era que le pusiera mucho
                            empeño pero fue la que le brindó los conocimientos
                            para sacar la cura al virus, ese mismo elemento que
                            todo  el  mundo  esperaba  que  los  laboratorios

                            produjeran  con  ansias.  Esa  noche  Izaro  soñó  que
                            salía  de  su  casa  rumbo  a  la  universidad  a  su

                            ceremonia de graduación y que todas las personas
                            con  las  que  se  encontró  en  el  camino  llevaban
                            puesto  un  curioso  traje  que  les  cubría  todo  el

                            cuerpo, era tan raro que todos tenían en su espalda
                            un  pequeño  tanque  metálico  con  una  rejilla,  Izaro

                            mientras caminaba con prisa se miró a sí mismo en
                            una  ventana  y  por  el  reflejo,  se  dio  cuenta  que  él
                            también llevaba puesto este curioso disfraz, en ese

                            preciso  instante  sonó  la  alarma  y  ya  eran  las  6:30
                            a.m. de nuevo, Izaro iba tarde.
                            Este  sueño  quedó  rondando  en  su  mente,  apenas

                            era mayo y no se sabía qué vendría el curioso virus,
                            así  pasó  el  tiempo,  Izaro  terminó  el  noveno




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